martes, 30 de junio de 2015

Comentario del Evangelio de hoy


San Cirilo de Jerusalén (313-350), obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia 
Catequesis bautismales, nº 10 


«¿Quién es éste?»

     Si alguno quiere honorar a Dios, que se prosterne ante su Hijo. Sin esta condición, el Padre no acepta ser adorado. Desde lo más alto del cielo el Padre ha pronunciado estas palabras para ser escuchadas: «Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto». El Padre encuentra todo su gozo en el Hijo; si tú no encuentras también en él todo tu gozo, no tendrás vida... Después de haber reconocido que hay un solo Dios, reconoce también que hay un Hijo único de Dios; cree en «un sólo Señor Jesucristo» (Credo). Decimos «un sólo» porque sólo El es Hijo, aunque tenga diversos nombres... 


    «Se le llama Cristo» [es decir, el Ungido], un Cristo que no ha recibido su unción de manos humanas sino que ha sido ungido desde toda la eternidad por el Padre para ejercer, en favor de los hombres, su sacerdocio supremo... Se le llama «Hijo del hombre», no porque su origen sea terreno, como cada uno de nosotros, sino porque ha de venir sobre las nubes a juzgar a vivos y muertos. Se le llama «Señor», no abusivamente como los señores humanos, sino porque su señorío le pertenece por naturaleza desde toda la eternidad. Muy a propósito se le llama «Jesús» [es decir «el Señor salva»], porque salva curando. Se le llama «Hijo», no porque haya sido elevado a este título por una adopción, sino porque ha sido engendrado según su naturaleza. 


    Hay todavía muchas otras formas de llamar a nuestro Salvador... Según el interés de cada uno, Cristo se muestra bajo diversos aspectos. Para los que necesitan gozo, se hace «vid»; para los que han de entrar, es «la puerta»; para los que quieren orarle, es entonces «Gran Sacerdote» y «Mediador». Para los pecadores, se hace «cordero» para ser inmolado por ellos. Se hace «todo a todos» conservando lo que es por naturaleza. 



(Referencias bíblicas: Mt 3,7; Mt, i,17; Mt 24,30; Dn 7,13; Mt 24,30; Lc 2,11; Mt 1,21; Mt 3,17; Jn 15,1; Jn 10,7; Hb 7,26; 1Tm 2,5; Hch 8,32; 1C 9,22)

lunes, 29 de junio de 2015

Comentario del Evangelio de hoy


San León Magno (¿-c. 461), papa y doctor de la Iglesia 
Sermón 82/69 para el aniversario de los apóstoles Pedro y Pablo 


«Cuando seas viejo..., te llevará a donde no quieras»

¡No tienes miedo de venir a esta ciudad de Roma, oh apóstol san Pedro!... No temes a esta Roma, dueña del mundo, tu que en casa de Caifás te has acobardado ante una sirvienta del sumo sacerdote. El poder de los emperadores Claudio y Nerón ¿acaso era menor  que el juicio de Pilato o el furor de los dirigentes judíos? Sencillamente era que la fuerza del amor triunfaba en ti sobre las razones del temor; no creías deber tuyo temer a aquellos a quienes has recibido la misión de amar. Esta caridad intrépida, ya la habías recibido cuando el amor que profesaste al Señor se vio fortificado por su triple pregunta (Jn 21, 15s)... ¡Y para hacer crecer tu confianza tenías los signos de tantos milagros, el don de tantos carismas, la experiencia de tantas obras maravillosas!... Así pues, sin dudar de la fecundidad de la empresa ni ignorar el tiempo que te quedaba de vida, tu llevaste el trofeo de la cruz de Cristo a Roma donde te esperaban a la vez, por divina predestinación, el honor de la autoridad y la gloria del martirio. 


En esta misma ciudad llegaba san Pablo, apóstol como tu, instrumento escogido (Ac 9,19) y maestro de los paganos (1Tm 2,7) para estar contigo en este tiempo en el cual todo lo que era inocencia, todo lo que era libertad, todo lo que era pudor estaban oprimidos bajo el poder de Nerón. Fue él quien, en su locura, fue el primero en decretar una persecución general y atroz contra el nombre cristiano, como si la gracia de Dios pudiera ser constreñida por la matanza de los santos... Pero «preciosa es a los ojos de Dios la muerte de sus santos» (sal 115, 15). Ninguna crueldad ha podido destruir la religión fundada por el misterio de la cruz de Cristo. La Iglesia no sólo no ha menguado sino que se ha engrandecido con las persecuciones; el campo del Señor se ha revestido sin cesar de una más rica siega, cuando los granos, cayendo uno a uno, renacían multiplicados (Jn 12,24). ¡Qué gran descendencia han dado esas dos plantas sembradas al desarrollarse! Millares de santos mártires, imitando el triunfo de estos dos apóstoles han... coronado esta ciudad con una diadema de innombrable pedrería!


domingo, 28 de junio de 2015

Comentario del Evangelio de hoy


Cardenal José Ratzinger [Benedicto XVI, papa 2005-2013] 
El Dios de Jesucristo 


«Niña, levántate»

«Tú no puedes abandonar mi vida en el reino de los muertos» (Sl 16,10). Esta palabra de la Escritura se cumple en Jesús en la medida en que él resucita al tercer día, antes de cualquier descomposición. La nueva forma de morir Jesús, conduce al sepulcro, pero no a la corrupción. Es la muerte de la muerte.... Esta victoria sobre el poder de la muerte, precisamente allí donde parece irrevocable, es un punto capital del testimonio bíblico... : el poder de Dios, que respeta a su creación, no está ligado a la muerte de esta. 


Ciertamente, la muerte es la forma fundamental del mundo tal cual está actualmente. Pero la victoria sobre la muerte, su supresión real y no tan sólo en el pensamiento, es una aspiración y una búsqueda del hombre, hoy igual que lo ha sido siempre. La resurrección de Jesús nos dice que, efectivamente, esta victoria es posible, que, en su principio la muerte no formaba parte y de manera irreversible, de la estructura de lo creado, de la materia... Nos dice, además, que la victoria sobre las fronteras de la muerte no es posible alcanzarla a través de métodos clínicos perfeccionados. No existe más que por el poder creador de la Palabra de Dios, y del Amor. Tan sólo estos poderes son lo suficientemente fuertes como para cambiar la estructura de la materia de manera tan radical que las barreras de la muerte puedan llegar a ser superables... 


La fe en la resurrección es una profesión de fe en la existencia real de Dios y una profesión de fe en su creación, al «sí» incondicional que caracteriza la relación de Dios con la creación y la materia... Eso es lo que nos da autoridad para poder cantar el aleluya pascual en medio de un mundo sobre el cual planea la sombra amenazante de la muerte.

sábado, 27 de junio de 2015

Comentario del Evangelio de hoy


Basilio de Seleucia (¿-c. 468), obispo 
Homilía 19 sobre el centurión, PG 85, 235s  


«Muchos vendrán de Oriente y Occidente y se sentarán... en el Reino de los cielos»

En el Evangelio he visto al Señor hacer muchos milagros y, asegurado por ellos, consolido mi voz temerosa. He visto al centurión echarse a los pies del Señor; he visto a las naciones mandar a Cristo sus primeros frutos. Todavía la cruz no ha sido levantada y ya los paganos se apresuran a ir hacia el maestro. Todavía no se ha oído: «Id, enseñad a todas las naciones» (Mt 28,19) y ya las naciones acuden apresuradamente. Empiezan su camino antes de sentir la llamada, arden en deseo del Señor. A penas se ha dejado oír la predicación y ya se apresuran hacia el que predica. Todavía es enseñado Pedro... y ya se reúnen entorno de aquel que les enseña, todavía no ha resplandecido, bajo el estandarte de Cristo, la luz de Pablo y ya las naciones vienen a adorar al rey con incienso (Mt 2,11). 

Y he aquí que ahora un centurión le ruega diciéndole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho». Y ya tenemos un nuevo milagro: el criado cuyos miembros están paralizados, conduce a su amo al Señor; la enfermedad del esclavo da la salud a su propietario. Buscando la salud de su criado, es conquistado por Cristo. 

jueves, 25 de junio de 2015

Comentario del Evangelio de hoy


Filomeno de Mabboug (¿-c. 523), obispo de Siria 
Homilía 1, 4-8 


“Despierta tú que duermes” (Ef 5,14)

“El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, es como aquel hombre sensato que edificó su casa sobre roca. “(Mt 7,24) Según nos dice nuestro Maestro, debemos no sólo escuchar la palabra de Dios, sino conformar nuestra vida a ella... Escuchar la ley es cosa buena porque nos incita obrar la virtud. Hacemos bien en leer y meditar las Escrituras porque así nos purifica el fondo de nuestra alma de los pensamientos malos. 


    Pero leer, escuchar y meditar asiduamente la palabra de Dios sin ponerla en práctica es una falta que el Espíritu de Dios ha condenado por adelantado...Incluso ha prohibido al que está en estas disposiciones tomar los libros santos en sus manos. Dios declara al impío: “¿Por qué recitas mis preceptos, y tienes siempre en tu boca mi alianza, tú que detestas la instrucción y no tienes en cuenta mis palabras?” (Sal 49,16-17)...Aquel que lee asiduamente las Escrituras sin ponerlas en práctica encuentra su acusación en su lectura; merece una condena tanto más grave cuanto que desprecia y desdeña cada día lo que oye y lee diariamente. Es como un muerto, un cadáver sin alma. Miles de trompetas y coros ya pueden sonar a los oídos de un muerto, no los sentirá. Así mismo, el alma que está muerta por el pecado, el corazón que ha perdido la memoria de Dios, no oye el sonido ni los gritos de las palabras divinas y la trompeta de la palabra espiritual no le llega; esta alma está sumida en el sueño de la muerte... 


    Es pues necesario que el discípulo de Dios guarde firmemente en su corazón la memoria de su Maestro, Jesucristo, que piense en él día y noche.


miércoles, 24 de junio de 2015

Comentario del Evangelio de hoy


San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia 
Homilía para el nacimiento de Juan el Bautista 


“Es necesario que él crezca y yo disminuya” (Jn 3,30)

El nacimiento de Juan y el de Jesús, y sus correspondientes Pasiones, han marcado la diferencia entre ambos. Porque Juan nace cuando el día empieza a decrecer; Cristo, cuando el día se dispone a crecer. La disminución del día es, para uno, el símbolo de su muerte violenta. Su crecimiento, para el otro, la exaltación de la cruz. 


Hay también un secreto sentido que el Señor revela… en referencia a esta frase de Juan sobre Jesús: “Es necesario que él crezca y yo disminuya”. Toda la justicia humana… se había consumado en Juan; dijo de él la Verdad: “Entre los nacidos de mujer, no hay ninguno mayor que Juan, el Bautista” (Mt 11,11). Ningún hombre, pues, es superior a él; pero no era sino un hombre. Ahora bien, en nuestra gracia cristiana, se nos pide de no gloriarnos en el hombre, sino que “si alguno se gloría, que se gloríe en el Señor” (2C 10,17): el hombre, en su Dios; el servidor, en su amo. Es por esto que Juan grita: “Es necesario que él crezca y yo disminuya.” Ciertamente que Dios ni disminuye ni crece en sí mismo, sino en los hombres; a medida que aumenta el verdadero fervor, la gracia divina crece y el poder humano disminuye, hasta que llega a su fin la morada de Dios que está en todos los miembros de Cristo, y donde toda tiranía, toda autoridad, y todo poder, mueren, y donde Dios es todo en todos (Col 3,11). 


Juan, el evangelista, dice: “Había la verdadera luz, la que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” (1,9): y Juan, el Bautista, dice: “De su plenitud todos hemos recibido” (Jn 1,16). Cuando la luz, que en ella misma es siempre total, crece en el que es iluminado por ella, éste decrece en él mismo cuando deja de tener lo que estaba sin Dios. Porque el hombre, sin Dios, no puede más que pecar, y su poder humano disminuye cuando triunfa en él la gracia divina, destructora del pecado. La debilidad de la criatura cede ante el poder del Creador, y la vanidad de nuestros afectos egoístas se hunden ante el universal amor, mientras Juan, el Bautista, desde el fondo de nuestra miseria, grita a la misericordia de Dios: “Es necesario que él crezca y yo disminuya”.


martes, 23 de junio de 2015

Comentario del Evangelio de hoy


San Clemente de Roma, papa del año 90 a 100 aproximadamente 
Carta a los Corintios, § 36-38 



«El camino que lleva a la vida»

Jesucristo es, amados hermanos, el camino por el que llegamos a la salvación, el sumo sacerdote de nuestras oblaciones, sostén y ayuda de nuestra debilidad. (He 10,20; 7,27; 4,15). Por él podemos elevar nuestra mirada a lo alto de los cielos; por él, vemos como en un espejo el rostro inmaculado y excelso del Padre; por él, se abrieron los ojos de nuestro corazón; por él, nuestra mente, insensata y entenebrecida, se abre al resplandor de la luz; por él quiso el Señor que gustásemos el conocimiento inmortal, ya que «él es el reflejo de la gloria del Padre..., encumbrado sobre los ángeles porque es mucho más sublime que el de éstos el nombre que ha heredado» (Hb 1,3-4)... 

Tomemos como ejemplo nuestro cuerpo. La cabeza sin los pies no es nada, como tampoco los pies sin la cabeza; los miembros más ínfimos de nuestro cuerpo son necesarios y útiles a la totalidad del cuerpo; más aún, todos ellos se coordinan entre sí para el bien de todo el cuerpo (1C 12,12s). Procuremos, pues conservar la integridad de este cuerpo que formamos en Cristo Jesús, y que cada uno se ponga al servicio de su prójimo según la gracia que le ha sido asignada por donación de Dios. El fuerte sea protector del débil, el débil respete al fuerte; el rico dé al pobre, el pobre dé gracias a Dios por haberle deparado quien remedie su necesidad. El sabio manifieste su sabiduría no con palabras, sino con buenas obras; el humilde no dé testimonio de sí mismo, sino deje que sean los demás quienes lo hagan. El que guarda castidad, que no se enorgullezca, puesto que sabe que es otro quien le otorga el don de la continencia. 

Pensemos, pues, hermanos, de qué polvo fuimos formados, qué éramos al entrar en este mundo, de qué sepulcro y de qué tinieblas nos sacó el Creador que nos plasmó y nos trajo a este mundo, obra suya, en el que ya antes de que naciéramos, nos había dispuesto sus dones. Puesto que todos estos beneficios los tenemos de su mano, en todo debemos darle gracias. 

lunes, 22 de junio de 2015

En uno de mis viajes de misión a Nicaragua...


Fui la piedra (9/11/13)

“La vida de un misionero no está llena de seguridad, sino que caminas en lo oscuro de las dudas buscando oír la voz de Dios, entre el bullicio de la vida, que te guía,  y al final Él lo hace todo” (José Miranda, laico dominico)

En mi vida, ser Iglesia, desde hace 20 años ha sido lo importante, incluso supera las emociones y sueños de felicidad que pude tener. La vida nos ofrece oportunidades de mostrar que somos lo que decimos ser. De ahi que la catolicidad no se puede entender como un mero título, sino cual condición propia del bautizado cristiano. Esta historia se desarrolla como la campaña de salud visual que se realizò a fines del año, es un viaje fuera de agenda, en el cual no tuve los compañeros de siempre ni derecho a viáticos, sino amigos nuevos, un mormón (el optometrista) y otra evangélica (su asistente) y de lo demás, se encarga Dios... por cierto, no esperes una narrativo tipo película. Las cosas sucedieron como debieron suceder. 

Del viaje desde El Salvador hasta Nicaragua

Vamos entre muchos atascos y hemos caminado por un sendero difìcil, tras la travesìa del viaje, una rastra volcada, aduanas conflictivas y uno que otro policía que te ve con cara de dinero, al fin entramos a Nicaragua casi alas 4 pm.

Luego de reportarme con p. Alejandro, párroco de San Lorenzo en Somotillo hemos dado el paso hacia Chinandega en donde nos espera Fray Javier en el Convento Sn. Luis Beltrán, OP. Somos recibidos con gran afecto, tenemos casa a nuestra disposición y con piscina incluida, misma que no usaremos por que no disponemos de la ropa más adecuada.

En Somotillo, el trabajo fue arduo, en la lista esperábamos a 106 personas y terminaron siendo 116, todos salieron con sus anteojos en mano y felizmente atendidos, agradecidos y agradeciendo.

Pero mi experiencia no es precisamente esta.

El dìa sàbado, durante la mañana y viendo diversos casos de gente que necesitaba pero no se había anotado y asì otros más, me sentía sofocado… quizás por cobarde me alejé. Pasé a la Capilla del Santìsimo y me refugiè. Guardè silencio, me puse a orar y a pedirle perdòn a Dios por no saber discernir. Quizás dos o tres minutos habìan pasado, el tiempo no se siente, recordaba los rostros de las personas en su necesidad y, una voz en mi mente resonaba “El pastor debe estar con sus ovejas”. Entendí que Dios no querìa que yo hiciera algo, todo lo había hecho Èl. Mi deber era estar ahí. Y eso hice. Ayudé en lo poco que pude y charlé un buen rato con el p. Bismark, párroco de Cinco Pinos, comunidad a más de 40 minutos de Somotillo que se habìan hecho presente.
El hombre es útil en la medida que Dios quiere (por su Gracia) y aùn una piedra haciendo cuña en la puerta hará el paso fàcil para aquellos que están cansados de caminar, asì que ese fui yo, una piedra haciendo cuña en la puerta.

Hemos sido dados a la vida para dar la vida por los demás, como Cristo, a quien se le reconoce su Mesianismo desde el bautizo y lo manifiesta desde la Realeza en la Cruz del Calvario. Lo que celebramos hoy Domingo 24 de nov. de 2013, la Solemnidad de Cristo Rey del Universo.

Recuerdo a las personas pasando frente a mì y diciendo “gracias” a lo cual les respondía: “a Dios, las gracias a Dios”.  Yo no hice nada y lo mucho que otros dicen, es tan poco que ni merece contarse.

Ya en León la cosa cambia, estoy más desocupado como para dedicarme a atender unos menesteres personales: Oír Misa en el Santuario de la Merced, concluyendo el año litùrgico y asì alcanzando las Indulgencias Plenarias, entregar una encomiendo de Fray Federico a Doña Carmen y mi pequeño retiro de Silencio.

Uno cree que extrañará aquellas cosas que nos hacen felices y esos momentos y emociones de los que llegamos a depender para sentirnos vivos pero, cuando vengo acá y regreso a mi casa, extraño más las carencia que tuve. Aprendí que la dignidad està más allà de lo material. Es la codicia  lo que nos reduce. Cuando no podemos ver sino sòlo el valor cuantitativo, entonces, somos verdaderamente unos miserables. 

Mañana de vuelta a El Salvador, con una misión cumplida y muchas más en puerta. En esas quizás ya no seré ni piedra, pero lo fui en esta. Este es mi fin del Año de la Fe e inicio de Adviento…VIVA CRISTO REY!!!!!!!

José Miranda
laico dominico

Fray Josè Marìa Infanzòn, OP, mi amigo y joya traída de españa para nosotros.


Nuestro Asesor, Fray Federico Gonzàlez, OP.


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domingo, 21 de junio de 2015

Comentario del Evangelio de houy

Doroteo de Gaza (c. 500 -?), monje en Palestina 
Carta 1 

«Entonces verás claro»

Ciertas personas convierten en mal humor todo lo que ingieren, aunque el alimento sea sano. La falta no está en el alimento, sino en su temperamento, que hace alterar los alimentos. De la misma manera, si nuestra alma tiene una mala disposición, todo le hace mal; incluso las cosas útiles las transforma en nocivas para ella. Si alguien pone unas pocas hierbas amargas en un pote de miel, ¿no alterarán el pote entero haciendo que la miel se vuelva toda ella amarga? Eso es lo que nosotros hacemos: difundimos algo de nuestra amargura y destruimos el bien del prójimo cuando le miramos según nuestra mala disposición. 



Hay otras personas que tienen un temperamento que todo lo transforman en buenos humores, incluso los malos alimentos... Los cerdos tienen una fuerte constitución: comen ajos, el hueso de los dátiles y les desperdicios de las comidas. Y, sin embargo, transforman estos alimentos en carnes suculentas. Nosotros igualmente, si tenemos buenas costumbres y nuestra alma está en buen estado, podemos sacar provecho de todo, incluso de aquello que no es aprovechable. El libro de los Proverbios lo dice muy bien: «Aquel que mira con dulzura, obtendrá misericordia» (12,13). Pero en otra parte dice: «Al hombre insensato todas las cosas le contradicen» (14,7). 




He oído decir de un hermano que, si yendo a ver a otro encuentra su celda dejada y en desorden, se dice para sí mismo: «¡Cuán dichoso es este hermano de estar completamente desasido de las cosas terrestres y de llevar su espíritu siempre en lo alto, que no tiene ni tan sólo el placer de arreglar su celda!» Si a continuación va a la celda de otro hermano y la encuentra arreglada, limpia y en orden, se dice: «¡La celda de este hermano está tan limpia como su alma. El estado de su celda corresponde al estado de su alma!» Jamás dice de ninguno: «Éste es desordenado» o bien: «Éste es frívolo». Gracias a su excelente estado saca siempre provecho de todo. Que Dios, en su gran bondad, nos dé, a nosotros también, un buen estado interior para que podamos aprovecharnos de todo y jamás pensemos mal del prójimo. Si nuestra malicia nos inspira malos juicios o sospechas, , la transformémoslas rápidamente en buenos pensamientos. Puesto que no ver el mal del prójimo, con la ayuda de Dios, engendra bondad.

Comentario del Evangelio de hoy


Una antigua homilía griega 

Atribuida, erróneamente, a Orígenes (hacia 185-253), presbítero y teólogo

«¿Por qué tenéis miedo?»

Sus discípulos se le acercan, le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?»... Oh bienaventurados, oh verdaderos discípulos de Dios, tenéis con vosotros al Señor, vuestro salvador y ¿teméis hundiros? La Vida está con vosotros ¿y os preocupáis por vuestra muerte? ¿Despertáis de su sueño a vuestro Creador que está junto a vosotros, como si no pudiera, incluso durmiendo, calmar las olas, parar la tempestad? 


¿Qué responden a eso los discípulos amados? Somos como los niños pequeños, aún débiles.  No somos todavía hombres valientes... Todavía no hemos visto la cruz, la pasión del Señor, su resurrección, su ascensión a los cielos, la venida del Espíritu Paráclito no nos ha hecho todavía fuertes... El Señor tiene razón cuando nos dice: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?» ¿Por qué no tenéis fuerza? ¿Por qué esta falta de confianza? ¿Por qué sois tan temerosos cuando tenéis junto a vosotros aquél que es la Confianza? Aunque la muerte se os acercara, ¿no deberíais acogerla con gran constancia? Yo os daré la fuerza necesaria en todo lo que os pase: en todo peligro, en toda prueba e incluso cuando el alma salga de su cuerpo... Si en los peligros necesitáis mi fuerza para soportar cualquier contratiempo como hombres de fe, ¡cuanto más ésta os es necesaria para no sucumbir cuando se presenten las tentaciones de la vida! 


¿Por qué os turbáis, hombres de poca fe? Sabéis que soy poderoso en la tierra, ¿por qué no creéis que lo soy también en el mar? Si me reconocéis como verdadero Dios y Creador de todo ¿por qué no creéis que tengo poder sobre todo aquello que he creado? «Se puso en pie, increpó al viento; el viento cesó y vino una gran calma.» 








viernes, 19 de junio de 2015

Comentario del Evangelio de hoy

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón 123

“Atesorad tesoros en el cielo”

Tú, ¿qué eres? ¿rico o pobre? Muchos me dicen: yo soy pobre, y dicen la verdad. Veo a pobres que poseen alguna cosa; veo a otros que son totalmente indigentes. Pero, tenéis a uno que tiene oro y plata en abundancia. ¡Oh, si supiera cuán pobre es! Lo reconocerá si mira al pobre que tiene cerca de él. Por otra parte, cualquiera que sea tu opulencia, tú que eres rico, no eres más que un mendigo a la puerta de Dios. 


Es el momento de la oración… Tú haces tus peticiones; la petición ¿no es ya una confesión de tu pobreza? En efecto, dices: “Danos hoy nuestro pan de cada día”. Si tú, pues, pides tu pan cotidiano ¿eres rico o pobre? Y, sin embargo, Cristo no teme decirte: “Dame lo que te he dado. Pues, de hecho ¿qué es lo que has traído al venir al mundo? Todo lo que has encontrado en la creación, lo he creado yo. Tú no has traído nada, y nada te llevarás. ¿Por qué no me das de lo que es mío? Tú nadas en la abundancia y el pobre en la necesidad, pero, remontaos al comienzo de vuestra existencia: los dos habéis nacido completamente desnudos. Incluso tú, has nacido desnudo. Seguidamente has encontrado aquí abajo grandes bienes; pero ¿acaso has traído alguna cosa contigo? Te pido pues eso que te he dado; da y te devolveré. 


“Me has tenido por bienhechor; hazme tu deudor, a una tasa muy alta… Me das poco, te devolveré mucho. Me das los bienes de este mundo, te daré los tesoros del cielo. Me das unas riquezas temporales, te daré las posesiones eternas. Te las entregaré cuando haya tomado posesión de ti”.


jueves, 18 de junio de 2015

Comentario del Evangelio de hoy

San Cipriano (c. 200-258), obispo de Cartago y mártir
Oración dominical

«Vosotros pues, orad así: Padre Nuestro...»

Ante todo, Jesús, el Doctor de la paz y el Maestro de la unidad, no ha querido que la oración sea individual y privada, de suerte que rezando cada uno no rece solo por sí mismo: «Padre mío que estás en los cielos»; ni «dame mi pan». Cada uno no pide que la deuda le sea perdonada a él solo, y no es por él solo por quien pide no caer en la tentación y ser librado del mal. Para nosotros la oración es pública y comunitaria; y cuando oramos, no rogamos por uno solo sino por todo el pueblo; pues nosotros, todo el pueblo, somos uno. 


El Dios de la paz y el Señor de la concordia que ha enseñado la unidad, ha querido que uno solo rece por todos, como en él mismo uno solo ha cargado con todos los hombres. Los tres jóvenes hebreos encerrados en el horno ardiente han observado esta ley de la oración (cf Dn 3,51). Los apóstoles y los discípulos, después de la Ascensión del Señor rezaban de esta manera: «con un mismo corazón todos perseveraban en la oración, con las mujeres, con María la Madre de Jesús y con sus hermanos» (Ac 1,14). Con un mismo corazón perseveraban en la oración; por su fervor y amor mutuo, testimoniaban que Dios que hizo habitar a los hombres iguales en una misma casa, no admite en su morada eterna sino a aquellos en los que la oración se traduce como la unión de las almas (cf Ps. 67,7). 


Hermanos bien amados, cuando llamamos a Dios «Padre» debemos saber y recordar que tenemos que obrar como hijos de Dios, nos alegramos de tener a Dios como Padre, que él se alegre de tenernos por hijo. 



domingo, 14 de junio de 2015

Comentario del Evangelio de hoy


San Pedro Crisólogo (c. 406-450), obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia 
Sermón 98, 1-2; CCL 24A, 602 


"Más cuando se la siembra, crece y sobrepasa a las demás hortalizas"

Hermanos, habéis aprendido cómo el Reino de los cielos, con toda su grandeza, se compara a un grano de mostaza... ¿Es esto lo que los creyentes esperan? ¿Lo que los fieles entienden ?... «¿Es lo que el ojo no vio, ni el oído oyó, ni el corazón del hombre puede entender ?... ¿Es lo que promete el apóstol Pablo y que ha estado reservado en el misterio inexplicable de salvación, para aquellos que le aman?» (1Co 2,9). No nos dejemos desconcertar por las palabras del Señor. Si, en efecto, "la debilidad de Dios es más fuerte que el hombre, y si la locura de Dios es más sabia que el hombre" (1Co 1,25), esta pequeña cosa, que es propiedad de Dios, es más espléndida que toda la inmensidad del mundo. Nosotros solamente podemos sembrar en nuestro corazón esta semilla de mostaza, de modo que llegue a ser un gran árbol del conocimiento (Gn 2,9), sobrepasando su altura para elevar nuestro pensamiento hasta el cielo, y desplegando todas las ramas de la inteligencia... 

Cristo es el Reino. A manera de una semilla de mostaza, ha sido sembrado en un jardín, el cuerpo de la Virgen. Creció y llegó a ser el árbol de la cruz que cubre la tierra entera. Después de que hubiera sido triturado por la Pasión, su fruto produjo bastante sabor para dar su buen gusto y su aroma a todos los seres vivos que lo tocan. Porque, mientras la semilla de mostaza permanezca intacta, sus virtudes quedan escondidas, pero despliegan toda su potencia cuando la semilla es molida. De igual modo, Cristo quiso que su cuerpo fuera molido para que su fuerza no quede escondida... Cristo es rey, porque es el principio de toda autoridad. Cristo es el Reino, porque en él reside toda la gloria de su reino. 


viernes, 12 de junio de 2015

Comentario del Evangelio de hoy

Segùn Sn. Juan, quien es testigo de lo que vio, nos debe bastar para creer y confiar, dicho sea de paso, porque està abalado por la Divina Tradiciòn de la Iglesia y las Sabradas Escrituras. Del costado de Cristo emanan sangre y agua, los sacramentos y la Iglesia, del mismo costado que fuera tomada la costilla en Adàn para formar a Eva. Este es un gran misterio, al cual nos acojemos hoy en la Solemnidad del Sagrado Corazòn de Jesùs. 
Y el nuestro, ¿còmo va en este camino de vida cristiana?, ¿se asemeja màs al de Cristo o no? 

En este dìa, revisemos nuestro andar en las obras de caridad. 

Josè Miranda, laico dominico. 

jueves, 11 de junio de 2015

Comentario del Evangelio de hoy


Concilio Vaticano II 
Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia « Ad Gentes », § 4-5 


«Habéis recibido gratis, dad gratis»

El Señor Jesús, antes de entregar libremente su vida por el mundo, ordenó de tal suerte el ministerio apostólico y prometió el Espíritu Santo que había de enviar, que ambos quedaron asociados en la realización de la obra de la salud en todas partes y para siempre. El Espíritu Santo "unifica en la comunión y en el servicio»... 


El Señor Jesús, ya desde el principio "llamó a sí a los que El quiso, y designó a doce para que lo acompañaran y para enviar¬los a predicar" (Mc., 3,13; Cf. Mt., 10,1-42). De esta forma los Apóstoles fueron los gérmenes del nuevo Israel y al mismo tiempo origen de la sagrada Jerarquía. Después el Señor, una vez que hubo completado en sí mismo con su muerte y resurrección los misterios de nuestra salvación y de la renovación de todas las cosas, recibió todo poder en el cielo y en la tierra (Cf. Mt., 28,18), antes de subir al cielo (Cf. Act., 1,4-8), fundó su Iglesia como sacramento de salvación, y envió a los Apóstoles a todo el mundo, como El había sido enviado por el Padre (Cf. Jn., 20,21), ordenándoles: "Id, pues, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo: enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado" (Mt., 28,19s). 


Por ello incumbe a la Iglesia el deber de propagar la fe y la salvación de Cristo, tanto en virtud del mandato expreso, que de los Apóstoles heredó el orden de los Obispos con la cooperación de los presbíteros, juntamente con el sucesor de Pedro, Sumo Pastor de la Iglesia, como en virtud de la vida que Cristo infundió en sus miembros... La misión, pues, de la Iglesia se realiza mediante la actividad por la cual, obediente al mandato de Cristo y movida por la caridad del Espíritu Santo, se hace plena y actualmente pre¬sente a todos los hombres y pueblos para conducirlos a la fe, la libertad y a la paz de Cristo por el ejemplo de la vida y de la predicación, por los sacramentos y demás medios de la gracia, de forma que se les descubra el camino libre y seguro para la plena participación del misterio de Cristo. 

miércoles, 10 de junio de 2015

Comentario del Evangelio de hoy


San Juan Crisóstomo (c. 345-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia 
Homilías sobre el evangelio de San Mateo, 16 


“No he venido a abolir, sino a cumplir la Ley y los profetas”

Preguntarás ¿cómo es que Cristo no abroga la Ley y los profetas? ¿cómo cumple y consuma la ley y los profetas? Consuma los profetas, porque todo cuanto ellos dijeron de El, El con sus obras lo confirmó. Y por esto el evangelista Mateo, tras de cada uno de sus hechos, añade: “Para que se cumpliera lo dicho por el profeta.” (…) 


Y en cuanto a la Ley, la cumplió no de un modo ni de dos, sino hasta de tres. Lo primero, no traspasando los preceptos legales. Así lo testifica delante de Juan el Bautista que ha cumplido toda la ley cuando le dice: “Conviene que cumplamos toda justicia.” (Mt 3,15) Y a los judíos les decía: “¿Quién de vosotros me argüirá de pecado?” (Jn 8,46) 


En segundo lugar la consumó en cuanto que todo lo que hizo lo hizo por nosotros. Porque ¡cosa admirable! no sólo cumplió con la ley, sino que nos dio el poder nosotros cumplirla. Así lo declara Pablo con estas palabras: “Porque el fin de la ley es Cristo, para justificación de todo el que cree.” (Rm 10,4) Y también dice que condenó en sí el pecado, “para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, los que no andamos según la carne.” (Rm 8,4) Y todavía: “¿Anulamos pues la ley con la fe? No ciertamente, antes la confirmarnos.” (Rm 3,31) La ley procuraba hacer justo al hombre, pero no tenía fuerzas. Por esto Cristo al venir introdujo un modo de justicia que es por la fe, y así confirmó la voluntad de la ley. Lo que ésta no pudo con la letra, él lo llevó a cabo mediante la fe. Y por esto dice: “No he venido a abrogar la ley.” 


Si alguno cuidadosamente examina, encontrará un tercer modo con que Cristo consumó la ley. ¿Cuál? Mediante los preceptos que iba a dar. Porque no eran abrogación de los anteriores, sino una ampliación y cumplimiento de ellos.


martes, 2 de junio de 2015

Comentario del Evangelio de hoy

Sn. Marcos 12, 13_17
"Den al Cèsar lo que es del Cèsar, y a Dios, lo que es de Dios".

La moneda representa la codicia y el afan del dinero, de poder y de bienestar propio de la gente mundana, en cambio, el hombre de fe, bautizado y que vive su Misa dominical, aspira a bienes mayores, los eternos. No se puede ser catòlico y mundano al mismo tiempo, nos dice el papa Francisco. Precisamente porque no se puede servir a dos señores. Estamos en la balanza de las decisiones constantemente, y en dicho valuarte, nos enfrentamos a elegir segun nuestra escala de valores. Conviene revisar como vamos caminando en esos cruces de calles y si confiamos en el Señor por encima de nuestras propias fuerzas, para alcanzar asì una fe plena y verdadera. 

A Dios lo que es de Dios, tù y yo somos del Señor, si vivimos y morimos es para el Señor. La riqueza y la pobreza nos vienen del Señor... ¿Estàs conmigo o en mi contra? 

Josè Miranda, laico dominico. 

lunes, 1 de junio de 2015

Comentario del Evangelio de hoy


Juan Taulero (c. 1300-1361), dominico en Estrasburgo 
Sermón 7 


Llegar a ser una vid que dé fruto

Los pies de la vid se ligan, se escalonan, se doblan los sarmientos de arriba abajo, se les ata a algo sólido para sostenerlos. Por ahí se puede comprender la dulce y santa vida y la pasión de Nuestro Señor Jesucristo que, en todo, debe ser el sostén del hombre de bien. El hombre debe ser curvado, lo que en él hay de más alto debe ser abajado, y debe abismarse en una verdadera y humilde sumisión, desde lo profundo de su alma. Todas nuestras facultades, interiores y exteriores, tanto las de la sensibilidad y de la avidez como nuestras facultades racionales, deben ser ligadas, cada una en su lugar, en una verdadera sumisión a la voluntad de Dios. 


Seguidamente se remueve la tierra alrededor de los pies de la vid y se escardan las malas hierbas. También el hombre debe escardarse, profundamente atento a lo que pudiera haber todavía por arrancar en el fondo de su ser, para que el divino Sol pueda acercársele más inmediatamente y brillar en él. Si tú, entonces, dejas hacer que la fuerza de lo alto haga su obra, el sol aspira la humedad escondida en la tierra, en la fuerza vital del tronco y los racimos crecen magníficos. Después el sol, por su calor, actúa sobre los racimos y hace que se desarrollen las flores. Y estas flores tienen un perfume noble y benéfico... Entonces, el fruto llega a ser indeciblemente dulce. Que esta realidad nos sea dada a todos.