Conmemoramos el acontecimiento central de la fe cristiana.
Pero quiero detenerme en un aspecto que señala Sn. Pablo en la 2a lectura:
"Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra."
San Pablo nos esta orientando a las cosas eternas, porque los que vivimos en el mundo nos podemos contaminar de criterios, ideologías y otros tantos asuntos pasajeros y banales. Las cosas que Dios nos da son para que las utilices en bien tuyo y de los demás. En cambio, nosotros, nos las apropiamos pensando que son eternas y plenas.
Sólo Dios puede hacer al hombre feliz.
El acontecimiento de la Resurrección del Hijo de Dios nos abre las puertas de la salvación, esto no es poca cosa, ni debe pasar por nuestra vida como "una Semana Santa màs". Hagamos conciencia del precio de nuestra salvaciòn y valoremos los bienes de manera adecuada, no siendo estos la razón de nuestra vida (idolatría), que de todas estas cosas nos libera Dios con su voluntad permisiva, como escuchamos anoche en la lectura del profeta Ezequiel (7a de la Vigilia).
La tumba del Señor debe ser para nosotros un corazón penitente en la espera del encuentro con el Sumo Bien y del día de nuestra resurrección en Cristo Jesùs.
Josè Mendoza, op
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