sábado, 23 de septiembre de 2017

No se vale hacer leña del àrbol caído

En el caminar de la vida todos nos equivocamos y todos nos necesitamos, aunque no siempre sintamos total empatía. Palabras bonitas no aminoran el hecho de la distancia ni el dolor por los problemas, una palabra calidad no requiere florecitas. En el cuerpo, la sangre calienta al organismo, este proceso se da mediante la combinación del oxígeno y la sangre, con la ayuda del elemento Hierro. 

Aplicando a la vida la escuela que nuestro organismo nos da, no por coronas de palabras sino por la cercanía, mezclada con oración y la Veritas, se forjaron amistades sinceras. Los medios y redes sociales nos facilitan lo primero, cada quien es libre de lo segundo y es deber de todo bautizado conocer lo tercero. 

Quizàs sea poco afectivo pero no soy de los que reparten abrazos sòlo porque sì. Piènsolo dos veces si sè que la persona me hay faltado a la dignidad; Cristo exhorta a dejar pasar las ofensas de los demás, no a ser hipòcritas. Hemos de hacer fuerza a nosotros mismos, no para alimentar resentimientos sino para orientar nuestra vida emocional al bien común. Pero esto sòlo se hace desde el interior con la siempre presencia de Dios. 

Pienso en muchos de develan sus frases aprendidas sin tomar en cuenta la unidad sacramental. Es porque, la unidad no se da por nuestra veleta emocional, sino por los pensamientos y sentimientos de Cristo. De ahí el don del servicio. Quien verdaderamente ama, sirve a sus hermanos con los medios que tiene a su alcance. 

Finalmente, agradezco a quien se toma el tiempo de darme palabras afectivas, pero me reservo a mi criterio examinarlas. Y es porque yo jamás me creo todo lo que me dicen sin antes ver de quién procede. Para quien me busca reciba un afecto sincero con palabras honestas y asistencia certera desde mi limitancia. 

José R. Mendoza, OP

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