Quien anda en la luz no teme a ser visto porque sabe que sus obras son de Dios.
Entonces, ¿Quienes se esconderán en aquel último día? Así como hicieron Adán y Eva, pero ahí no habrá excusa que valga.
Jesucristo no ha venido a condenar a nadie, sino a salvarnos, llamando al hombre a la conversión, pero ¿qué sucede con quién no atiende con docilidad al llamado? Ese se condena, se autodestierra, a causa de no aceptar la Misericordia divina.
Aprendamos esto, la Misericordia de Dios exige la justicia divina y viceversa. He ahí otra de las razones por las que el ayuno, la oración y la penitencia son necesarias si en verdad estamos en camino de conversión.
José R. Mendoza
No hay comentarios:
Publicar un comentario