Al dìa de hoy debemos cuestionar cómo hemos vivido la penitencia, y si estamos haciendo el debido proceso de contricción.
Personalmente he aprendido que cada dìa es para amar a Dios, sin descuidar las labores, ni diluyéndome entre mil afanes que poco provecho traen a mi alma. He ahí el sentido de amar al pròjimo por Dios.
Jesùs nos invita a vivir conforme a los designios del Señor, buscando dar la gloria a Dios en todo lo que hacemos. No se trata de solo hacer el bien evitando el mal, sino de amar a Dios en cada momento de nuestra vida.
Ojalá y hagamos conciencia de como nuestra vida humana es para hacer camino hacia la patria celestial.
José R. Mendoza
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