sábado, 8 de julio de 2017

Poner los puntos sobre las "i".

En una era casi regida de la OPINIÒN PERSONAL como DOCTRINA, defender y anunciar la VERITAS es tarea de valientes, estudiosos de la Sana Doctrina y conocedores de su entorno. No podemos ni debemos caer en la tentaciòn, si en verdad somos DOMINICOS, que es mejor simpatizar, no caer mal y terminar negociando con lo que no es nuestro. Pues la fe nos ha sido dada en depósito. 

Muchos son personas de bien, amorosos, comprensivos, buenos cristianos. ¡Gloria a Dios!, pues en verdad Dios está en ellos. Pero para los dominicos, el estudio no es opcional. 

Tomemos en cuenta las heridas del pecado original, una muy grave de las tres descritas en el CEC es la ignorancia. La ignorancia es fuente de violencia y errores. 
Un amigo me narraba en como, leyendo las Escrituras, y sin previa preparaciòn, despertò en su alma la necesidad de Dios. Luego, se ha dedicado a profundizar en el conocimiento de la Verdad. Por lo que, leer la Biblia, no basta. 

Es como leer una indicaciòn que dice "No Estacionar", y aparcar en ese lugar. Veamos como la falta de seguir indicaciones es a causa de la pobreza mental. Y porque la inteligencia que se nutre del conocimiento serà capaz de analizar mejor las situaciones que se le presentan. 

El relativismo ha penetrado incluso en los ámbitos de formaciòn; nada tiene de nuevo ni nos asuste este hecho puesto que sabemos como en los primeros siglos, los herejes, fueron precisamente ministros católicos creyendo entender la Revelación. Sin prejuicios, nosotros hemos visto la película terminada, a ellos les tocò comprenderla. Eso no resta importancia a que en nuestro entorno debemos saber, aprender, instruirnos, en síntesis, dialogar en la Verdad. Cuando quiera oír tu opinión personal te preguntaré: ¿Qué película vemos? ¿Café con leche?, etc.

La importancia. Tener almas libres capaces de iluminar la realidad no serà posible en conciencias deformes, cuyo síntomas son el "depende" y que mañana, tarde y noche pregonan el "yo opino". El estudio va acompañado de la humildad, hijos de Dios insuficientes por sì mismos, y por lo que se mantienen en constante estudio, oración y vida sacramental, en gracia de Dios.

José R. Mendoza, OP






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