El laicado enraíza en nuestro bautismo, tener conciencia de que somos hijos de Dios engendrados en el Hijo y partícipes de la triple labor mesiánica, determinará nuestras actitudes y la relación con la Iglesia para que vivamos desde lo cotidiano.
No comprendo como pueda un laico dominico serlo sin formación ni esmero diario, reduciendo el “dominicanismo” a la simple institucionalidad. Me disculpo si ofendo a alguien, cosa que no sería rara entre personas fanáticas de sto. Domingo, pero, respetar el espíritu de nuestro fundador estriba en el estudio y la preparación adecuada.
El caminar en la vida dominicana no puede ignorar la doctrina ni la Palabra de Dios, encarnada en los sacramentos.
Las muchas reuniones sin sentido cristocèntrico puede terminar deshumanizando, lo cual aporta poca luz a la inteligencia. Asì, cosas tan sencillas como cumplir lo ofertado, respetando la dignidad y el tiempo ajeno, se vuelve una compleja ecuación con dos variables: “promesa e ignorancia”.
Oro por mì y mis hermanos de la OP, la cual amo y cuyo amor nadie puede poner en duda, para que encontremos en la Veritas el sentido de lo humano.
Hablo desde mi propia concupiscencia, conociendo mi ser pecador y la posibilidad de pecar, busco a Cristo sacramentado que se hermana con su criatura el hombre. Éste, me exhorta a no ceder ante la doblez moral ni dejarme vencer por la crítica amarillista de los sin doctrina.
Josè R. Mendoza OP
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