domingo, 30 de septiembre de 2018

Signos proféticos

En las lecturas de hoy, partiendo del Evangelio, nos refieren a la denuncia, sirve para que el Señor nos diga, de manera muy suya, los designios de la gracia.

En el Evangelio notamos la fórmula "si tu (...) es ocasión de pecado, córtatela"

Apoyándonos del sentido moral podríamos entenderlo como una sentencia: quitar de nuestra vida aquello que nos aleja del amor del Padre. Para luego, abandonarnos a la voluntad del Señor, dada a nosotros en los Mandamientos.

Analicemos los signos:
1) Mano: son las acciones propias de nuestra voluntad.
2) Pie: mi escala de valores. Hacia donde voy en la vida.
3) Ojo: mi criterio (¿què ando buscando?)

Para comprender mejor estas imágenes conviene releer la 2a lectura: "entregados al lujo y al placer, engordando como reses para el dìa de la matanza. Han condenado a los inocentes y los han matado, porque no podìan defenderse".
Se entiende pues, como nuestra manera de ver la vida, de buscar el "gozo" y juzgar no siempre a la Luz de la Verdad, puede darnos un "falso positivo".

Retomemos ahora la 1a lectura: "Ojalà que todo el pueblo De Dios (la Iglesia) fuera profeta y descendiera sobre ellos el espíritu del Señor".

De esta forma, Moisés habla en clave eclesiològica y en sentido anagògico.

Si hemos prestado atención, màs allá del barullo de nuestras ideas, los textos nos refieren a la denuncia oportuna de la relación de los hombres entre sí y con Dios. Violaron los preceptos Divinos y la dignidad humana por la búsqueda de una vida còmoda alcanzada con riquezas corrompidas por la forma en que las obtuvieron; el profeta debe decir tal cual las cosas como son, sin tapujos. 
Dios le ha encomendado la labor de construir el Reino por medio de la Palabra.

El signo profético se comprende en el modo de vivir segùn cada uno. Es ir de las apariencias a un estilo verdadero y eficaz de ser cristianos. Aquel que predica con la verdad, 'ha de caer mal'

El profeta tiene como deber agradar a Dios, no a los hombres. 

Quitemonos la idea caricaturesca de la adivinación, esos son charlatanes no profetas, segùn el corazón de Dios.

Josè Mendoza, op


domingo, 23 de septiembre de 2018

La lucha por el poder

Las lecturas de hoy nos presenta la escena en donde Jesùs habla sobre el Anuncio de su pasión mientras los discìpulos se afanan sobre quien será el "primero". 

Les cuestiona, ¿de què discutìan sobre el camino?.

Imagino que habrán sentido vergüenza al verse sorprendidos en asuntos tan poco importantes, pues con su respuesta, Jesùs les muestra el camino de su voluntad. El poder que ostentan se logra con el servicio. El verdadero poder no esta en someter a otros. 

Pero este servicio no siempre serà reconocimientos y aplausos, pues el profeta debe hacer denuncias. Nos lo dice la 1a lectura: "los malvados" atacan a los profetas, porque estos les echaban en cara las violaciones que ellos habían cometido contra la Ley. Y recalca, "nos reprende las faltas contra los principios en que fuimos educados". El profeta no anuncia inventos, sino que señala hechos cometidos que contradicen la Ley de Dios. Estos señalamientos son molestos, máxime para quien sabe bien en donde esta fallando y sabe que no debe hacerlo, en cambio, no le conviene mostrarse débil y pecador, por tanto, le es mejor matar el prestigio y la cercanía de quien hace la denuncia. 

"Gente arrogante y violenta contra mì se ha levantado. Andan queriendo matarme", dice la 2a estrofa del Salmo. con estas palabras el salmista nos invita a unir nuestras situaciones al corazón de Jesùs, el siervo de Yahvè. Es una respuesta de fe. Amor incondicional en respuesta al amor incondicional.

Amar al Señor en lo que me gusta y en lo que no me gusta. 

El sabio segùn Dios se da a conocer en la pureza de intenciòn, en amar la Paz, tener comprensión, ser misericordioso  dócil, da frutos buenos, es imparcial y sincero. Siembra la Paz y cosecha frutos de justicia. 

En cambio, el que idolatra el poder, los aplausos y la felicidad obtenida por medios materiales y los placeres, esta en guerra dentro de sì, sometido a sus bajas pasiones de codicia, envidia y rivalidades.

Josè Mendoza, OP




domingo, 16 de septiembre de 2018

Seguir a Cristo


El Evangelio de hoy tiene tres puntos medulares sobre el seguimiento de Jesùs: la renuncia, cargar la cruz y el seguimiento.

El camino cristiano es para todos quienes han aprendido lo que significa ser humildes y sencillos, como cantábamos en la 3a estrofa del salmo. Por eso se entiende que estos tres pasos son signos de la fe:

1) La renuncia de uno mismo, es votar nuestra coraza de egocentrismo y vanidad, las bajas pasiones como la codicia, y sensualidades del placer y el dinero. Esa exagerada tendencia a la buena fama no permite que sigamos al Señor con sencillez. 

2) Cargar con la Cruz de cada dìa, para que en nuestra propia realidad que es la vida interior podamos ser santos y agradables a Dios, es la santidad que en los Sacramentos y la vida de oración coherente,  se vuelven signos de nuestra caridad. 

Esa caridad eficaz y solidaria con el necesitado, fruto del verdadero cristiano. Eficaz porque no anda con discursos moralistas ni fingimientos. No es un amor de ficción ("Que te vaya bien; abrìgate y come"), de esos con "buenos deseos" pero maledicencia y envidia, egoísmo y faltas de caridad contra el pròjimo. 

El seguimiento conlleva la renuncia de uno mismo y cargar con la propia realidad, por tanto se vale de la perseveracia. 

La lectura del dìa de hoy nos permite hacer una interpretación con el sentido literal propio que contiene un cierto sentido moral. Por tal razón, el apòstol nos exhorta a una fe vivida en congruencia con nuestras palabras. 

Para terminar, te quiero hacer una pregunta "¿en què parte del viacrùcis va tu vida?"... esta fe que profesamos hoy no se basa en "ir a misa de domingo y cumplir", sino que mueve nuestro corazón e incentiva a la conversión, teniendo siempre presente que "El Señor es mi ayuda" (1a lectura).

Josè Mendoza, OP


domingo, 9 de septiembre de 2018

Jesùs nos abre los ojos


CEC 1941 Los problemas socioeconómicos sólo pueden ser resueltos con la ayuda de todas las formas de solidaridad: solidaridad de los pobres entre sí, de los ricos y los pobres, de los trabajadores entre sí, de los empresarios y los empleados, solidaridad entre las naciones y entre los pueblos. La solidaridad internacional es una exigencia del orden moral. En buena medida, la paz del mundo depende de ella.

Jesùs tomò al ciego y lo aparto; se lo llevo a parte quiere decir que lo saco de un sistema que lo oprimía, lo despreciaba. 
El dedo de Jesùs (el poder de Dios) cumple con la primera lectura según el profeta Isaías y evoca el cántico del salmo (ambas lecturas de este domingo), para fijar nuestra atención en la salvación de Jesucristo, que nos saca de esas situaciones injustas, sana nuestras heridas y toca nuestra vida mostrándonos los caminos de la solidaridad para con el pròjimo.

Bien decía un hermano de mi fraternidad, hoy en la formación permanente: 

"De què me sirve saber todo, si no tengo amor, nada soy" 
(Antonio Portillo)

Josè Mendoza, OP


domingo, 2 de septiembre de 2018

¿Quien obra justamente?








El salmo de hoy se halla en un grupo dedicado al hombre y su condición bienaventurada, su caída y su recuperación. 
Vemos  que, en analogía con el Evangelio, trata de las actitudes gratas a Dios en contraste con la superficialidad de los preceptos humanos. 
La Ley como tal esa para vivir una relación de amor con Dios y con los demás. EL hombre, en cambio, presume reducir los preceptos morales a su conveniencia, y aun cuando "Dios" es una palabra muy usada en ciertos círculos de la Iglesia, a puertas cerradas vemos que no siempre se vive con la misma regla con que ajusticiamos a quienes son considerados "los impuros". 
¿Quien es grato a los ojos del Señor?
Salmo 15(14),2-3a.3cd-4ab.4-5.
El que procede rectamente 
y practica la justicia; 
el que dice la verdad de corazón 
y no calumnia con su lengua. 
y no calumnia con su lengua. 
El que no hace mal a su prójimo 

ni agravia a su vecino, 
el que no estima a quien Dios reprueba 
y honra a los que temen al Señor. 
El que no se retracta de lo que juró, 
aunque salga perjudicado; 
el que no estima a quien Dios reprueba 

y honra a los que temen al Señor. 
El que no se retracta de lo que juró, 
aunque salga perjudicado; 
el que no presta su dinero a usura 
ni acepta soborno contra el inocente. 
El que procede así, nunca vacilará.

Como punto final, deseo citar a nuestro Beato, Oscar Arnulfo Romero:

Las predicaciones que no hablan de la realidad desde la fe, son "palabras espiritualistas", "una palabra que puede sonar en cualquier parte del mundo porque no es de ninguna parte del mundo" (Homilìa del 10 de diciembre de 1977)
Predicación que no denuncia el pecado no es predicación del Evangelio (Homilìa del 22 de enero de 1978)

Josè Mendoza, OP