domingo, 24 de febrero de 2019

Yo no quise atentar contra el ungido del Señor.


"... yo no quise atentar contra el ungido del Señor". Palabras fuertes de parte de David quien, cuando tuvo la oportunidad de dar muerte a ese que le buscaba para matarlo, decide que no le hará ningún mal pues es "el ungido del Señor". (1a lectura)

Podemos pensar en cuanto cuesta perdonar a quién tanto nos hace daño y/o ha maquinado causar desgracias en mi vida... esta fuerza de perdonar no viene de quienes tienen sus ojos puestos en el mundo. Para ellos, el perdón es una forma de debilidad, en cambio, para el hombre nacido del bautismo de Cristo, el perdón es fuerza que le viene de la gracia santificaste para el bien de su alma y de aquel a quien se le concede el perdón.

¿Pero, què es el perdón? perdonar no es olvidar simplemente, nos somos computadoras como para resetear el disco duro y volver sin rastros del virus. Perdonar consiste en no volver a mencionar, esto conlleva sanar la memoria y el alma. No es una cosa que se logra en un instante ni en mil años, se logrará en la medida que se lo pida al Señor orando pacientemente por el bien de esa persona que te ha dañado. No con afanes de venganza, sino en el amor del Señor, para que se cumpla en esa persona la voluntad del Altísimo.

"Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los celestiales como el celestial". (2a lectura) 

Otra cosa que no podemos dejar de mencionar es la necesidad del perdón, no basta querer perdonarte, tengo que hacer actos concretos para que mi voluntad trabaje conforme a los designios de Dios. 

Por eso no podemos ver todo como una afrenta personal, eso es propio del hombre mundano, pero el hombre espiritual busca los designios de Dios en todo lo Èl permite, a eso le llamamos Contemplación

«Yo les digo a ustedes que me escuchan" (Evangelio) Estar atentos a la voz de Dios es poner el corazón en sintonía de sus deseos, no de los nuestros. Esto requiere humildad, por la cual sabemos que sin Jesùs nada podemos, es ademàs necesaria para que el perdón sea verdadero.

Podemos leer el Evangelio en clave moral, no nos habla de simples reglas de conducta sino de la medida del amor (virtud sobrenatural), pues desde el bautismo hemos recibido la fuerza de amar sin medida, requisito indispensable para entrar en el Reino de los Cielos. 

Pues, ¡cómo puedo decir que amo a Dios a quien no veo si desprecio a mi hermano, a quien sí veo!

Josè Mendoza, op

domingo, 17 de febrero de 2019

Confiar en el Señor es el camino recto hacia el Cielo

¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor! (1a lectura)

Jeremías nos presente una visión teológica sobre la religión, no como una serie de actos de culto, sino como adhesiòn a la voluntad de Dios, manifestada en las elecciones concreta de la vida. 
Esto último tiene mucha relevancia con el Evangelio de hoy, en donde Jesùs nos presenta el binomio "¡Ay de ustedes!" y "¡Felices ustedes!" volviendo al asunto del profeta Jeremías, las decisiones que tomamos definen si queremos la dicha o la condenación eterna. 

Otro tema constante entre los profetas, especialmente en Ezequiel, es el de la responsabilidad de los propios actos. 

El punto culminante nos lo da la 2a lectura, en donde el Apòstol Pablo nos recuerda que nuestra confianza esta puesta en Cristo, quien ha resucitado al tercer día segùn las Escrituras. 

Finalmente, se entiende el estribillo del salmo: "dichoso el hombre que confía en el Señor". 

No pongamos nuestra mirada en la postura radical de "maldecir al hombre" como excusa para no confiar en los padres, en el cónyuge o en los amigos; a lo que el texto se refiere es que debemos poner nuestra esperanza sólo en Dios, quien nos provee de todo lo que necesitamos; a veces por mano de gente que conocemos.  

Tampoco pensemos en la mítica "ausencia de problemas". Problemas todos tenemos, cristianos y no cristianos. No por mucho orar o vestirnos de cucharachas de la parroquia vamos a carecer de contradicciones, siendo que Dios se vale de estas para purificarnos. Tampoco quiere decir que nos volamos masoquistas, se ha de combatir toda forma de sufrimiento o injusticia, pero nunca se debe abandonar la oración y los sacramentos, pues si hacemos esto es porque no tenemos fe, y la fe no es sentir bonito.

Josè Mendoza, op

domingo, 10 de febrero de 2019

«Apártate de mí, Señor, que soy un pecador». «No temas, Simón Pedro, desde ahora serás pescador de hombres».


"Por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.
Porque yo soy el menor de los Apóstoles, 
y no soy digno de llamarme apóstol, 
porque he perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy 
y su gracia no se ha frustrado en mí.
Antes bien, he trabajado más que todos ellos.
Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo.
Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; 
esto es lo que habéis creído".

Interesante las palabras de Pablo al final de la 2a lectura, en esto podemos ver una síntesis del pensamiento del Apóstol en cuanto a su labor de predicador, cosa que nos puede servir a nosotros los dominicos como a cualquier bautizado.

1) Pablo se reconoce humildemente elegido por el Señor para ser su Apóstol, no como una labor para vanagloria.
2) Reconoce su indignidad ante tal llamado, por lo que se identifica como un pobre ante Dios.
3) Sabe que su trabajo es, en cuanto al alcance, mayor que el de los demás apóstoles, pero no es màs grande que la obra del Espíritu Santo al establecer en Pedro y los Apóstoles las bases de la enseñanza cristiana (Magisterio).
4) Como conclusión nos da el sentido de unidad que debe acompañar y ser signo del predicador, unidad con las enseñanzas de los Apòstoles, unidad con el Obispo de Roma y el obispo local, unidad entre los hermanos en la predicación. Quien no esta unido a esto no esta con el Señor, se pinte cómo se pinte y presuma de lo que presuma.

Esta no es una relación sentimental, sino una gracia de Dios que a todos nos haya elegido para ser sus enviados desde el bautismo, cada uno según su estado de vida.

 ¡En hora buena!, pues cada quien tiene un compromiso personal con Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo y Padre nuestro.

Josè Mendoza, op

domingo, 3 de febrero de 2019

Hermanos: Aspiren a los dones más perfectos.


¿A què dones se refiere el apóstol Pablo?
Nos da una síntesis de su predicación moral, poniendo al Amor como máxima de nuestra vida. Con esto pretende extirpar la presunciòn que es un mensaje con actualidad para nosotros. 

"En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor". 

Jesùs es por excencia la manifestación de este Amor tan grande que supera toda presunción. Quien ama a Dios, ama su pròjimo y a sí mismo, no se vanagloria de hacer lo que agrada al Señor. 

No cabe la vanidad en sus méritos ni en sus acciones porque sabe bien quién es el mayor de todos en la Iglesia.

Todas nuestras labores y honores en la Iglesia son en proporción al cumplimiento eficaz y eficiente del amor en nuestra vida. Por tanto, lo bueno que hacemos y queremos viene de Dios. 

A Jesùs le querían despeñar porque habla con valentía, a lo mejor y también a nosotros nos han querido despeñar por cumplir con la labor de profetas: "denunciar el mal y anunciar la salvación en Cristo Jesùs".

Que esto no nos atemorice, al contrario, nos anime a seguir al Amor de los amores, en obediencia a sus enseñanzas segùn el Magisterio de la Iglesia Catòlica, para que así podamos ser Predicadores de la Verdad.

Josè Mendoza, op