Moisés pensó: "Voy a observar este grandioso espectáculo. ¿Por qué será que la zarza no se consume?". |
Cuando el Señor vio que él se apartaba del camino para mirar, lo llamó desde la zarza, diciendo: "¡Moisés, Moisés!". "Aquí estoy", respondió el. (1a lectura)
La curiosidad, peligrosa tentación de nuestro tiempo, llevaba a Moisès en dirección del fenòmeno, no del origen de dicho fenómeno, es decir, de Dios mismo. No olvidemos esto, debemos buscar a Dios por ser quien es, no por los fenómenos que nos puedan favorecer, y dichos milagros ahí estarán, basta tener los ojos puestos en Dios (paciencia).
¿En què hemos de poner nuestra atención? El Señor, dice el salmista, es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar.
Pero no nos engañemos, lo anterior no es permiso para pecar. En nuestra soberbia pensamos que hacemos el mal y quedamos impunes, o peor, hacemos el bien y somos meritorios. El que crea estar firme, tenga cuidado de no caer (humildad).
Si ustedes no se arrepienten (conversiòn: metanoia), dice el Señor en el Evangelio (2 veces), perecerán de manera semejante.
Estamos en el tiempo de la Cuaresma, pero no nos quedemos en ella, pasemos con alegrìa a la Pascua. La alegrìa del cristiano procede de sabernos redimidos por cristo y herederos del Reino de los Cielos, así la respuesta concreta de fe ha de ser unir nuestra voluntad a la suya. Amar de manera afectiva y efectiva, como Èl nos ama, y teniendo los mismos sentimientos de Cristo, ser otros cristos.
Josè Mendoza, op
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domingo, 24 de marzo de 2019
Metanoia
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