domingo, 24 de marzo de 2019

Metanoia

Moisés pensó: "Voy a observar este grandioso espectáculo. ¿Por qué será que la zarza no se consume?".
Cuando el Señor vio que él se apartaba del camino para mirar, lo llamó desde la zarza, diciendo: "¡Moisés, Moisés!". "Aquí estoy", respondió el. (1a lectura)
La curiosidad, peligrosa tentación de nuestro tiempo, llevaba a Moisès en dirección del fenòmeno, no del origen de dicho fenómeno, es decir, de Dios mismo. No olvidemos esto, debemos buscar a Dios por ser quien es, no por los fenómenos que nos puedan favorecer, y dichos milagros ahí estarán, basta tener los ojos puestos en Dios (paciencia).

¿En què hemos de poner nuestra atención? El Señor, dice el salmista, es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. 

Pero no nos engañemos, lo anterior no es permiso para pecar. En nuestra soberbia pensamos que hacemos el mal y quedamos impunes, o peor, hacemos el bien y somos meritorios. El que crea estar firme, tenga cuidado de no caer (humildad).

Si ustedes no se arrepienten (conversiòn: metanoia), dice el Señor en el Evangelio (2 veces), perecerán de manera semejante. 

Estamos en el tiempo de la Cuaresma, pero no nos quedemos en ella, pasemos con alegrìa a la Pascua. La alegrìa del cristiano procede de sabernos redimidos por cristo y herederos del Reino de los Cielos, así la respuesta concreta de fe ha de ser unir nuestra voluntad a la suya. Amar de manera afectiva y efectiva, como Èl nos ama, y teniendo los mismos sentimientos de Cristo, ser otros cristos. 

Josè Mendoza, op



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