domingo, 26 de mayo de 2019

¿Primero circuncidado y luego bautizado?


Interesante la discusión que nos presenta la 1a lectura: sobre si era o no correcto imponer a los gentiles la circunciciòn (prefigura del bautismo en la Ley de Moisès). Evidentemente no fue correcto, porque en Cristo la Iglesia prefigurada desde el AT alcanza su realización en la Iglesia fundada sobre Pedro y los apóstoles. Èstos, sólo les ponen unas condiciones, que cobran sentido en no tener ni dar culto a otros dioses ajenos al Unico y verdadero Dios.

Y es porque el Verdadero Templo, como se ve en la 2a lectura, son Dios Todopoderoso y el Cordero, es decir, el único que merece culto en espíritu y en verdad.

Finalmente, Jesùs pone el acento de su palabra sobre el amor. Del Amor a Dios brota el respeto a nuestro prójimo, la solidaridad y todas las buenas obras características de quien dice amar al Señor.

Bien lo dijo Jesùs, no todo el que me diga Señor, Señor, entrarà en el Reino de los Cielos. Y es porque bien sabia que muchos andamos por ahí presumiendo de Católicos, de religiosos o laicos pero sin aterrizarlo en obras concretas que desembocan en dar la Gloria y Alabanza a Dios. 

No olvidemos que la Paz no es ausencia de problemas sino seguridad y esperanza en la Vida eterna que alcanzamos por los mèritos de Cristo. Seamos pues valientes y esforcémonos en vivir a plenitud lo que hemos recibido desde nuestro bautismo. 

Josè Mendoza, op

domingo, 19 de mayo de 2019

Amaos unos a otros



Esa es la trampa de la ley, ponderar las tendencias humanas por encima de lo que agrada a Dios. Si recordamos como debe ser el amor, es de forma afectiva (externa) y efectiva (en lo profundo). Pues cuando fallamos en lo primero es porque carecemos de lo segundo. 

Vemos en estas dos direcciones del amor cristiano el signo de la cruz (de lo alto a nuestro interior, de forma profunda y a los lados, entre los hombres, con obras concretas en la búsqueda del bien comùn)

El camino que nos marca las lecturas de hoy es el siguiente: de la perseverancia en la fe pasando por tribulaciones, no olvidando la compasión y bondad divina, con la esperanza en la vida eterna donde Dios enjuagar nuestras lágrimas, pero nada de esto se puede dar sin tener amor los unos por los otros. Ese es el signo de los cristianos, no simplemente lo externo y presuntuoso de palabras huecas y actitudes de doble moral. Es en el amor afectivo y efectivo como los cristianos nos distinguimos y al hacerlo, manifestamos la presencia de Cristo en nuestra vida, en nuestra familia y en la sociedad entera. 

Josè Mendoza, op

domingo, 12 de mayo de 2019

El Buen Pastor

El buen pastor conoce a sus ovejas, estas le oyen y reconocen su voz.

¿Cómo está nuestro oìdo para querer escuchar a Dios? ¿Escuchamos (entendemos) al Pastor cuando llama por medio del Magisterio de la Iglesia? ¿Sabemos reconocerle entre las mentiras del mundo que contradicen a la Revelación?

Podemos haber perdido de vista el horizonte, pero Dios esta siempre ahí para cuidarnos y llevarnos de vuelta al rebaño. 

En este dìa debemos ser honestos con nosotros mismos y preguntarnos si hemos pasado de "creer en Dios" a "creerle a Dios". 


Josè Mendoza, op

domingo, 5 de mayo de 2019

Discernir el camino

Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras".
De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: "Sígueme".

¿Estamos tomando decisiones sin discernir lo que hacemos? ¿hemos dedicado tiempo a hablar con Dios antes de decidir? ¿Como va el discernimiento de nuestra vida? 
Hoy en día parece que la gente vive peor que las bestias, sin discernir se dejan llevar por cualquier bobada y acogen como suyas cuestiones sin fundamento legal, doctrinal ni racional. 

Los cristianos hemos de orientar nuestra vida, nuestras acciones y decisiones en pos de la eternidad. No podemos vivir sin la esperanza de la Vida eterna. 

A esto se refiere el Salmo cuando rezamos "convertiste mi lamento en júbilo. Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente". 

Para hacer un recto discernimiento tenemos que empezar por reconocer nuestros fracasos, como los discípulos que aceptaron no haber pescado nada. Luego, confiando en el Señor, recibieron de su Providencia lo 
necesario. Por ùltimo, discernir que nuestra acciones sean para la honra y gloria del Señor, esto servirá como luz que guía nuestros pasos. 
El concepto de libertad no estriba en hacer lo que deseemos, sino en moderar nuestros deseos y ordenarlos al Sumo bien, que es Dios mismo. Se entiende el principio moral que dicta: El bien se descubre (discierne) no se decide. Nuestra vida es un peregrinar a la casa del Padre.

Josè Mendoza, op