Santo es aquel cuya vida se traduce en amistad con Dios, no una amistad emocional-verbal, sino una de verdad, de esa cuando los amigos están en las buenas y en las malas.
Todo amigo de Jesùs es cercano e íntimo a la Eucaristìa, no solo a pasar a consumirla, sino a todo un proceso de conversiòn que tiene su fuerza, alimento y culmen en la liturgia dominical.
El santo lleva en su cuerpo los signos de la Crucificciòn de Cristo, su pasiòn y la entrega total a Dios Padre en la Cruz.
En otra parte de las Sagradas escrituras nos habla que por sus frutos los conoceràn; ¿què frutos trae el buenísimo y la Misericorditis difundida hoy en dìa? Pues tibieza y mediocridad, nada màs. En cambio, la santidad es fruto de la comuniòn sacramental, eclesiològica y doctrinal catòlica que caracteriza a todo canonizado.
Pidámosle al Señor la gracia de la perseverancia final, para que tengamos nuestra mirada puesta en èl y en los bienes eternos màs que en los terrenos.
Josè Mendoza
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