La devoción denota una entrega total a una experiencia, por lo general de tipo mística. El carácter de esta entrega es total. Una persona devota no se pone la camiseta o se pinta para ciertos momentos, no se carnetiza ni se institucionaliza. Esto puede servir entre los pastores asalariados, no entre personas que desean vivir el sentido de su vida en clave cristocèntrica.
La mujer que hoy traemos a colación es, en la tradición dominicana, la primer laica declarada santa en la Orden de Predicadores de Sto. Domingo de Guzmàn. Su entrega ha sido tal, que todo en su vida gira en torno a Cristo. De tal manera, siendo analfabeta conoció las letras por ciencia infusa. Màs adelante llegar a aprender a leer y escribir. Y también serás estigmatizada.
Su entrada a la Orden es igual de impresionante, siendo una mujer de singular belleza y en una època donde casarse era para las damiselas lo màs importante en su vida, es rechazada al querer ingresar a la orden pues su vida debía ir en coherencia a las tradiciones familiares. Dios le permite sufrir una enfermedad que deforma su rostro mientras la padece, esto facilita que su entrada no sea restringida.
Sugiero para tener claros los detalles buscar la biografía, mi interés no es publicar una, sino dejar el enfoque de la devoción de una persona común de su tiempo.
La fuerza de Dios, el amor a Cristo en su pròjimo, le faculta para poder decir sobre sì misma: "Mea natura e fuocco" (Mi naturaleza es fuego).
Para los dominicos, que vivimos el carisma mediante la Regla y la vida de los Santos de la Orden, en coherencia con las Sagradas Escrituras y la Sana Doctrina de la Iglesia Católica, su testimonio nos impulsa a vivir en este mismo sentido que Catalina, el fuego de Dios que quema nuestras imperfecciones, purifica nuestras almas y nos levanta de nuestras cobardías.
La entrega es signo de los enamorados. Los asalariados lo hacen por vanidad y arribismo, son los que dispersan a las ovejas.
Josè Mendoza, OP