jueves, 19 de abril de 2018

La Pascua es el paso hacia la santidad

Cuando Israel cruzò el mar hacia la Tierra prometida, en la exègesis puede entenderse desde lo literal, lo moral y lo anagògico. Literalmente pasaron de un extremo hacia el otro, perseguidos por los soldados del Faraón, para llegar a su destino que era el monte Sinaì. En lo moral nos habla de la metanoia (conversiòn); referencia de nuestro bautismo. En lo anagògico (escatologìa), es pasar de lo terreno a lo Eterno, en la eternidad.

Las tres son idènticas desde àngulos diferentes. La invitaciòn a la santidad es para todos, por encima de los errores y desaciertos de nuestras vidas. Es porque la gracia no la posee nadie, nos posee desde el bautismo.

En la Pascua de Resurrecciòn recordamos que Jesùs, ¡Està vivo! Nuestra fe y nuestra esperanza tienen sentido. No seguimos el fracaso de una muerte sino al que triunfò sobre la muerte. Y si Dios tiene el poder de todo esto, ¿hay algo imposible para Dios?.

Recojamos lo cosechado a este tiempo desde el domingo de Resurrecciòn. ¿Còmo hemos vivido hasta hoy la Pascua?, ¿còmo la vivirèmos hasta la fiesta del Corpus Christi?

Es tiempo del Gaudete et exsultate (Exhortaciòn apostòlica del Papa Francisco). El gozo y la alegrìa, estar alegres significa no ver màs lo malo por encima de lo bueno, sino lo bueno como lo ùnico que conviene contemplarse, y el gozo es ir aùn màs allà de la alegrìa del momento. Es la certeza de la causa formal (Dios) de dicha alegrìa.

La gracia de Dios que habita en todos nosotros se ha manifestado. Ha cumplido lo anunciado por los profetas, nos ha colmado de bienes, hemos sido sanados de nuestras enfermedades, nos devuelve la dignidad perdida a causa del pecado de Adàn y Eva; podemos decir sin temor a equivocarme que somos santos, como Èl es santo. En la medida que le imitemos y seamos dòciles a sus intenciones.

El camino frente a nosotros ya no pinta igual, antes creìamos conocerle, pero lo vemos màs claro ahora. Nada ha sido en vano, nada ha pasado ni pasa por gusto, todas estas manifestaciones de sus voluntad salvìfica son signo sensible que su resurrecciòn es mi certeza en ese amor para todos, inclusive para mì, con todo y mis errores.

La pascua no es la meta del triunfo sino oportunidad de transformaciòn en esos aspectos de mi vida que andan mal, que no son congruentes con la fe que proclamè en la Vigilia Pascual.
Recordemos que todo hombre cual hombre, vive en un tiempo negativo, que lleva al dìa cero, pero Dios es eterno y quiere que vivamos con èl, en su eterno hoy que es en su presencia. Esa es la tierra prometida en sentido anagògico.

La alegrìa y el gozo han de ser nuestra carta de presentaciòn, no podemos ir por ahí con cara de limòn, dirà SS Francisco, sino dichosos por ser hijos de Dios, en el Hijo, por cuyos mèritos hemos sido salvados.

Dejemos de lado los malos ratos, el orgullo, la soberbia, la envidia y la codicia, y llenemonos de la Gracia que Dios ha derramado por medio de los Sacramentos de la Iglesia Catòlica.
Dejèmonos tocar por sus amor y detengàmonos a vivir en el silencio cotidiano de sus caricias. No pensando en metas que no llevan sino a otras ambiciones, mejor en Dios quien es fiel y nos ama de forma que no podemos imaginar. Diràn por ahí: “con locura”.


Josè Mendoza, OP

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