Cuando Israel cruzò el mar hacia la Tierra prometida,
en la exègesis puede entenderse desde lo literal, lo moral y lo anagògico. Literalmente
pasaron de un extremo hacia el otro, perseguidos por los soldados del Faraón, para llegar a su destino que era el monte Sinaì. En lo moral nos habla de la metanoia (conversiòn); referencia de nuestro
bautismo. En lo anagògico (escatologìa), es pasar de lo terreno a lo Eterno, en
la eternidad.
Las tres son idènticas desde àngulos diferentes. La invitaciòn
a la santidad es para todos, por encima de los errores y desaciertos de
nuestras vidas. Es porque la gracia no la posee nadie, nos posee desde el
bautismo.
En la Pascua de Resurrecciòn recordamos que Jesùs,
¡Està vivo! Nuestra fe y nuestra esperanza tienen sentido. No seguimos el
fracaso de una muerte sino al que triunfò sobre la muerte. Y si Dios tiene el
poder de todo esto, ¿hay algo imposible para Dios?.
Recojamos lo cosechado a este tiempo desde el domingo
de Resurrecciòn. ¿Còmo hemos vivido hasta hoy la Pascua?, ¿còmo la vivirèmos
hasta la fiesta del Corpus Christi?
Es tiempo del Gaudete
et exsultate (Exhortaciòn apostòlica del Papa Francisco). El gozo y la
alegrìa, estar alegres significa no ver màs lo malo por encima de lo bueno,
sino lo bueno como lo ùnico que conviene contemplarse, y el gozo es ir aùn màs
allà de la alegrìa del momento. Es la certeza de la causa formal (Dios) de
dicha alegrìa.
La gracia de Dios que habita en todos nosotros se ha
manifestado. Ha cumplido lo anunciado por los profetas, nos ha colmado de
bienes, hemos sido sanados de nuestras enfermedades, nos devuelve la dignidad
perdida a causa del pecado de Adàn y Eva; podemos decir sin temor a equivocarme
que somos santos, como Èl es santo. En la medida que le imitemos y seamos
dòciles a sus intenciones.
El camino frente a nosotros ya no pinta igual, antes
creìamos conocerle, pero lo vemos màs claro ahora. Nada ha sido en vano, nada
ha pasado ni pasa por gusto, todas estas manifestaciones de sus voluntad
salvìfica son signo sensible que su resurrecciòn es mi certeza en ese amor para
todos, inclusive para mì, con todo y mis errores.
La pascua no es la meta del triunfo sino oportunidad
de transformaciòn en esos aspectos de mi vida que andan mal, que no son
congruentes con la fe que proclamè en la Vigilia Pascual.
Recordemos que todo hombre cual hombre, vive en un
tiempo negativo, que lleva al dìa cero, pero Dios es eterno y quiere que
vivamos con èl, en su eterno hoy que es en
su presencia. Esa es la tierra prometida en sentido anagògico.
La alegrìa y el gozo han de ser nuestra carta de
presentaciòn, no podemos ir por ahí con cara de limòn, dirà SS Francisco, sino
dichosos por ser hijos de Dios, en el Hijo, por cuyos mèritos hemos sido
salvados.
Dejemos de lado los malos ratos, el orgullo, la
soberbia, la envidia y la codicia, y llenemonos de la Gracia que Dios ha
derramado por medio de los Sacramentos de la Iglesia Catòlica.
Dejèmonos tocar por sus amor y detengàmonos a vivir en
el silencio cotidiano de sus caricias. No pensando en metas que no llevan sino
a otras ambiciones, mejor en Dios quien es fiel y nos ama de forma que no
podemos imaginar. Diràn por ahí: “con locura”.
Josè
Mendoza, OP
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