domingo, 28 de octubre de 2018

¡Hijo de David, ten compasión de mì!


En el evangelio de hoy notamos dos tipos de ceguera: una física y otra, espiritual. Bartimeo padece la física, pero quienes siguen a Jesùs sin ser sus discìpulos, esos padecen de ceguera espiritual. 

Marcos acentúa que había "mucha gente" y "discípulos". Podríamos preguntarnos si Bartimeo era de los discípulos o de los otros. A decir verdad, la palabra "Maestro" que usa este hijo de Timeo nos hace pensar que era un discípulo, porque le conoce, sabe que es el "hijo de David" y cree que es también el mesìas prometido: "ten misericordia de mì". 

Quienes le reprendían buscaban callar al Ciego e impedirle llegar a Jesùs. Eso a Bartimeo no le importa, sigue gritando pues sabe bien quien esta pasando por su vida... ve con los ojos de la fe. Por eso Jesùs acentúa que por esa misma fe, se ha salvado.

Tù y yo, ¿padecemos ceguera espiritual?, ¿reprendemos a quienes nos hacen ver la propia ceguera?, ¿Somos realmente discípulos de Jesùs? 

Estas y otras preguntas nos han de incomodar durante la semana para que no quedemos dispersos en el buenísimo.

Josè Mendoza, OP




domingo, 21 de octubre de 2018



"Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espìritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo".

1) Jesùs esta dando una especie de "testamento" (Nuevo). 
2) Establece que su autoridad viene de lo Alto. 
3) A sus Apóstoles les manda a hacer discìpulos mediante el Bautismo. 
4) Termina con la promesa de no dejarnos solos, se queda con nosotros en los Sacramentos hasta el fin del mundo. 

¿Què nos dice esto en el domingo mundial de las misiones?

Primero que la autoridad de la Iglesia de "ir y enseñar" no es nuestra sino que viene de Cristo. Entendamos que ser misionero, a lo cual estamos todos llamados en desempeñar desde nuestro bautismo, consiste en servir. 
Este "Servir" se entiende como un "manifestar la victoria de Dios guardando el derecho y practicando la justicia". Para ello el misionero ha de "perseverar en la Alianza".

Por tanto, misionero no es aquel con mera retórica que al darse la vuelta vuelve a las cosas del ayer. No quiere decir que por el testimonio seamos misioneros, sino que con nuestra coherencia manifestamos la Victoria del Señor, perseverando en la Alianza, guardando el derecho y practicando la justicia.

Esta victoria es el fruto de nuestra formación integral como discìpulso del Señor. La formación no se trata de rellenar pollitos de engorde, sino de hacer una cosa nueva, como bien dice Jesùs "vino nuevo en odres nuevos". La Victoria del Señor equivale a dar paso al Hombre Viejo para que surja el Hombre Nuevo (transformado por el bautismo en hijo de Dios).

Termino con la bendición de Aaròn adaptada en la Antifonìa de entrada:

El Señor tenga piedad y nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros, para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones.

Les insto a leer las lecturas siguientes a la semana para comprender mejor el contexto del texto de este dìa.
Josè Mendoza, op






domingo, 14 de octubre de 2018

No basta con "no hacer el mal"


Prudencia... la tuve en màs que la salud y la belleza; la preferida a la luz, porque su resplandor nunca se apaga. Todos los bienes me vinieron con ella; sus manos me trajeron riquezas incontables. 

El Papa Francisco en la misa de Canonización de nuestro San Romero de Amèrica, decía: "no basta con no hacer el mal, es necesario darle nuestro corazón al Señor"

A falta de la práctica de las virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) algunas personas caen en el activismo religioso, siendo que sin saberlo, andan enfermos de narcisismo. Todos podemos caer en estos problemas si nuestro fin último no es Dios sino nosotros. 
La vida es un camino en donde podemos y debemos ejercitar las virtudes o bien, adquirirlas con perseverancia. De lo contrario, nuestra vida será llevada de aquí para allá, zarandeada por las emociones y las tentaciones. 

La Palabra de Dios es viva y eficaz, màs tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu... juzga los deseos e intenciones del corazón. no hay criatura que se escape de su mirada. 

Conviene hacernos las mismas preguntas de cómo llevamos la vida al dìa de hoy:

¿Què debo hacer para alcanzar la vida eterna?

¿Quien puede salvarse?

No caigamos en la trampa de creernos "buenos" porque hemos hecho "grandes cosas para el Señor" y somos "intachables" segùn nuestra propia Torre de Babel
Para renunciar a estas "riquezas" a las que nos aferramos, necesitamos dejarnos exhortar con humildad y penitencia por la Palabra que nos llama a la conversión. 

Siempre hay algo que se puede trabajar en nuestra vida espiritual... la lucha no cesa hasta que expiremos. 

¡Vale la pena ser santo!

Josè Mendoza, OP

domingo, 7 de octubre de 2018

No se avergüenza de llamarnos "Hermanos".



"¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?".

Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella".


"El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; 
y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio".

Quiero hace notar que Jesùs habla de "licitud" o sea de Ley natural:

La ley moral natural, según santo Tomás de Aquino, "no es otra cosa que la luz de la inteligencia infundida en nosotros por Dios. Gracias a ella conocemos lo que se debe hacer y lo que se debe evitar. Dios ha donado esta luz y esta ley en la creación
(Veritatis Splendor, n. 40; cf. también Catecismo de la Iglesia católica, nn. 1954-1955).
Se le llama ley natural porque todo ser humano está sujeto a ella ya que contiene sólo los deberes que son derivados de la misma naturaleza humana y porque su esencia puede ser captada por la luz de la razón sin ayuda sobrenatural.

Ahora bien, la ley entendida por los fariseos era la de una cultura que negaba la dignidad igualitaria del hombre y la mujer. 

En cambio, Jesùs, exhorta a los apóstoles a guardar la dignidad de ambos buscando el bien segùn el precepto divino dado a nuestros primeros padres. 

Leamos Mc 10, 2-16
"El que se divorcia de su mujer (...) si una mujer se divorcia de su marido"

Nótese que la dinàmica sobre el señalamiento contra el adulterio se aplica para el hombre y para la mujer (dignidad por igual)
La clave para entender lo que Dios quiere de la fidelidad a sus preceptos se dicta en al final de la 2a lectura, sabiendo que la voluntad de Dios quiere salvarnos y que seamos santos e irreprochables:

"Porque el que santifica y los que son santificados, tienen todos un mismo origen. Por eso, él no se avergüenza de llamarlos hermanos"

(Esto también sirve para todo bautizado) 

Finalmente, hemos de mencionar las funciones del matrimonio: Unitiva, procreativa y educación de la prole... eso es tema para otra ocasión.

Josè Mendoza, op