Prudencia... la tuve en màs que la salud y la belleza; la preferida a la luz, porque su resplandor nunca se apaga. Todos los bienes me vinieron con ella; sus manos me trajeron riquezas incontables.
El Papa Francisco en la misa de Canonización de nuestro San Romero de Amèrica, decía: "no basta con no hacer el mal, es necesario darle nuestro corazón al Señor".
A falta de la práctica de las virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) algunas personas caen en el activismo religioso, siendo que sin saberlo, andan enfermos de narcisismo. Todos podemos caer en estos problemas si nuestro fin último no es Dios sino nosotros.
La vida es un camino en donde podemos y debemos ejercitar las virtudes o bien, adquirirlas con perseverancia. De lo contrario, nuestra vida será llevada de aquí para allá, zarandeada por las emociones y las tentaciones.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, màs tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu... juzga los deseos e intenciones del corazón. no hay criatura que se escape de su mirada.
Conviene hacernos las mismas preguntas de cómo llevamos la vida al dìa de hoy:
¿Què debo hacer para alcanzar la vida eterna?
¿Quien puede salvarse?
No caigamos en la trampa de creernos "buenos" porque hemos hecho "grandes cosas para el Señor" y somos "intachables" segùn nuestra propia Torre de Babel.
Para renunciar a estas "riquezas" a las que nos aferramos, necesitamos dejarnos exhortar con humildad y penitencia por la Palabra que nos llama a la conversión.
Siempre hay algo que se puede trabajar en nuestra vida espiritual... la lucha no cesa hasta que expiremos.
¡Vale la pena ser santo!
Josè Mendoza, OP
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