domingo, 31 de marzo de 2019

¡Gustad y ved què bueno es el Señor!


La riqueza de la paràbola del Hijo pròdigo es tanta, que da para muchos comentarios, pero en este cuarto domingo de Cuaresma deseo centrarme en uno muy especial, es una pregunta que pocas veces nos hacemos: (en la narraciòn), ¿en dònde podemos ver a Jesùs? 

El Padre misericordioso trata del cristiano autèntico, el hijo menor del hombre pagano y el mayor del judìo cumplidor, pero ¡en dònde està Jesùs!

Una nota característica de la paràbola con el tiempo de la Cuaresma, es la aptitud del hijo al volver a casa, "ir en camino".

Todos vamos por este camino de la vida que llamamos peregrinaje a la Casa del Padre, pero desde ya podemos gozar (gustar) de los bienes eternos mediante los Sacramentos y la Sana Doctrina de la Iglesia Católica. 

La postura cumplidora es por lo usual inmisericorde, pero no la podemos juzgar, pues cuando no se sabe la diferencia entre saber que Dios me ama y palpar su amor, es común creerse que hacemos las cosas bien en el mero cumplimiento (generalmente imperfecto a falta de fe), y sin embargo, carente de caridad a Dios, al pròjimo y a mì mismo. 

No vayamos por ahí pregonando nuestras "grandezas en la vida espiritual", ya que todo es don de Dios y ha de volver el hombre a su Padre con un corazòn contrito y humillado. 

Vamos pues en camino de èste Dios que es infinito en misericordia, en verdad es bueno, pero no como nos lo figuramos ni como quisiéramos, ya que a veces permite que como al hijo menor, las cosas no sean enteramente gratas pero si con un beneficio espiritual. Recordemos que en esta vida vamos dé paso.

¿Ya sabes en dònde esta Jesùs en la Paràbola? Si has deducido que es el gesto del padre de abrazar (tener los brazos extendidos) al hijo que vuelve arrepentido, ¡has acertado! Ese mismo gesto lo vemos en la Cruz, desde donde Jesùs nos invita a ir a èl, los cansados y agobiados a causa del pecado, para recibir de su amor el alivio en el cumplimiento de la promesa de salvación.

Josè Mendoza, op





domingo, 24 de marzo de 2019

Metanoia

Moisés pensó: "Voy a observar este grandioso espectáculo. ¿Por qué será que la zarza no se consume?".
Cuando el Señor vio que él se apartaba del camino para mirar, lo llamó desde la zarza, diciendo: "¡Moisés, Moisés!". "Aquí estoy", respondió el. (1a lectura)
La curiosidad, peligrosa tentación de nuestro tiempo, llevaba a Moisès en dirección del fenòmeno, no del origen de dicho fenómeno, es decir, de Dios mismo. No olvidemos esto, debemos buscar a Dios por ser quien es, no por los fenómenos que nos puedan favorecer, y dichos milagros ahí estarán, basta tener los ojos puestos en Dios (paciencia).

¿En què hemos de poner nuestra atención? El Señor, dice el salmista, es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. 

Pero no nos engañemos, lo anterior no es permiso para pecar. En nuestra soberbia pensamos que hacemos el mal y quedamos impunes, o peor, hacemos el bien y somos meritorios. El que crea estar firme, tenga cuidado de no caer (humildad).

Si ustedes no se arrepienten (conversiòn: metanoia), dice el Señor en el Evangelio (2 veces), perecerán de manera semejante. 

Estamos en el tiempo de la Cuaresma, pero no nos quedemos en ella, pasemos con alegrìa a la Pascua. La alegrìa del cristiano procede de sabernos redimidos por cristo y herederos del Reino de los Cielos, así la respuesta concreta de fe ha de ser unir nuestra voluntad a la suya. Amar de manera afectiva y efectiva, como Èl nos ama, y teniendo los mismos sentimientos de Cristo, ser otros cristos. 

Josè Mendoza, op



domingo, 17 de marzo de 2019

Ciudadanos del Cielo

Su fin es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra.
En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo.

Con estas palabras, el apóstol Pablo no pretende que nos desentendamos de las realidades del mundo, es decir aquellas que atañen al hombre en su tiempo. Por tanto, no es una invitación a la indiferencia ni a una cobarde búsqueda en Dios para que no "nos pase nada malo". 

Es al contrario, trata de entender que nuestra dignidad cual hijos de Dios, hijos en el Hijo, tiene una visión màs profunda.  Ser ciudadanos del cielo connota la visión escatologías de la vida eterna en donde sólo tiene acceso quien ha recibido desde su bautismo y vivido en lo cotidiano los valores del Reino de los Cielos, en particular, el Mandamiento del Amor dicho así con obras concretas.

Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.

Finalmente, en la escena de la Transfiguración, llama mi atención la aptitud de los discìpulos en guardar silencio y esperar el tiempo propicio. Semejante a la que toma Abrám que prefigura en la promesa de la Descendencia, la venida del Mesìas y la Iglesia Triunfante. Es la vida contemplativa.

"Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta las estrellas". 

El tiempo de espera y cuanto a ello le acompañe, como fuera el paso por el desierto, es a lo que los místicos llaman "Purificación pasiva" muy necesaria para que con la meditación de los Misterios Sagrados y la Oración humilde podamos ver (contemplar) a Dios. 

Por eso decimos los dominicos, Contemplamos y compartimos lo contemplado con las almas.

Josè Mendoza, op

domingo, 10 de marzo de 2019

Oración, ayuno y confianza en Dios


Una manera muy práctica para afrontar las tentaciones segùn el mensaje que nos da el evangelio de hoy es: con oración, ayuno y confianza en Dios. 

Si confiesas con tu boca que Jesùs es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. 

Esta confesión se da de manera consciente, no de forma tal que suena a compromiso exterior. Confesamos lo que nuestras acciones manifiestan, pues por sus frutos los conocerán. 
Creer en tu corazón es creer desde lo màs profundo de tu ser, no del diente al labio, pues cuando llegan las pruebas, es Dios quien nos purifica y otorga sus dones si somos perseverantes en la oración, en el ayuno (de esas cosas que ya no deben ser màs en mi vida pues nos alejan de la gracia), y en la confianza que se expresa con la oración y la acción de gracias. 

La Salvacion es un don de la generosidad de Dios, pero si queremos ser salvos es porque Dios lo quiere, si queremos ser santos es porque Dios lo quiere. Si amamos a Dios es por Dios mismo, por èl como es.

Conscientes de nuestra humana debilidad, proclamemos con el salmo 90:
"di al Señor: mi refugio, mi valuarte, mi Dios en quien confío".

Josè Mendoza, op



domingo, 3 de marzo de 2019

Conversión


"La prueba del hombre esta en su razonamiento" (1a lectura)... "pues de la boca habla lo que esta lleno el corazón." (Evangelio de hoy)


Las imágenes contenidas en las lecturas de hoy son de una riqueza tal, que nos tomaría mucho tiempo en abarcarlas todas, pero es notable que acierten en el tiempo litùrgico que esta por venir, sobre manera, la conversión (Cuaresma). 

Vivir de las apariencias, en el hacer pero incongruentes en el ser, seria propio del pensamiento pagano del cual todos tenemos algún rezago. Conviene hacer un exhaustivo examen de conciencia para que, prudentemente, sepamos vivir la cuaresma que se avecina. 

No tengamos pensamientos fatuos sobre la liturgia ni sobre las tradiciones de la Iglesia, creyèndonos "muy buenos" por lo que hacemos, mejor sea que con humilde reconocimiento de mi indigencia pueda vivir cada acto litúrgico con sincera fe y obras concretas de misericordia, ya que, incluso podemos aprovechar el Vìa Crucis para crecer en fe, esperanza y caridad, y de paso, ganar indulgencias para nosotros y las santas ánimas del purgatorio. 

El árbol da fruto según su especie, pues no se puede dar lo que no esta en nuestra esencia. 

La palabra de Dios nos exhorta al discernimiento y la contemplación de nuestra realidad tal cual es. Abandonemos pues el espejo de las apariencias. 


CEC 2478: Para evitar el juicio temerario, cada uno debe interpretar, en cuanto sea posible, en un sentido favorable los pensamientos, palabras y acciones de su prójimo:
Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquirirá cómo la entiende, y si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve (S. Ignacio de Loyola, ex. spir. 22).

Josè Mendoza, op