domingo, 28 de abril de 2019

Jesùs, en tì confìo

Celebramos hoy la Misericordia de Dios, esa hermosa revelación que recibiera sta. Faustica Kowalska y que nos ha confiado la Iglesia para manifestar de nueva cuenta que Dios es la Misericordia. 

Vemos en las señales y prodigios de los apóstoles, en la confirmación de fe de Tomàs y en el èxtasis que experimenta sn. Juan diversas maneras con que Dios acompaña a sus amigos. 
Se nos presenta la misericordia como apertura al otro pero procedente de Dios, dado que hay muchos que se limitan al amor meramente humano: "aman a quien les ama y corresponden a quien les es de agrado". Esos no buscan la fraternidad sino un gueto.

Pero es en la misericordia al que sufre, al necesitado y màs aun, al pecador que a veces nos ha lastimado, ese es quien màs necesita de nuestro testimonio de amor y fidelidad a Dios en su Iglesia.

El amor son obras y no buenas intenciones. 

Me gustaría preguntarte una sencilla cosa, ¿vives como un resucitado en el Señor o muerto segùn la vida que el mundo te dice has de tener? 

Josè Mendoza, op

domingo, 21 de abril de 2019

Victimae paschalis laudes immolet Christiani

Hemos llegado a la Lectio máximum de La Resurrección
Conmemoramos el acontecimiento central de la fe cristiana.
Pero quiero detenerme en un aspecto que señala Sn. Pablo en la 2a lectura:


"Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra."



San Pablo nos esta orientando a las cosas eternas, porque los que vivimos en el mundo nos podemos contaminar de criterios, ideologías y otros tantos  asuntos pasajeros y banales. Las cosas que Dios nos da son para que las utilices en bien tuyo y de los demás. En cambio, nosotros, nos las apropiamos pensando que son eternas y plenas. 

Sólo Dios puede hacer al hombre feliz.

El acontecimiento de la Resurrección del Hijo de Dios nos abre las puertas de la salvación, esto no es poca cosa, ni debe pasar por nuestra vida como "una Semana Santa màs". Hagamos conciencia del precio de nuestra salvaciòn y valoremos los bienes de manera adecuada, no siendo estos la razón de nuestra vida (idolatría), que de todas estas cosas nos libera Dios con su voluntad permisiva, como escuchamos anoche en la lectura del profeta Ezequiel (7a de la Vigilia).

La tumba del Señor debe ser para nosotros un corazón penitente en la espera del encuentro con el Sumo Bien y del día de nuestra resurrección en Cristo Jesùs. 

Josè Mendoza, op



domingo, 14 de abril de 2019

En camino de la Lectio Maximum

Cuando el centurión vio lo que había pasado, alabó a Dios, exclamando: "Realmente este hombre era un justo".


Es curioso ver como un pagano da la gloria a Dios reconociendo que Jesùs era hombre Justo. No es justo porque hable bien o trate bien o se presente bien ante los hombres, es justo porque da a cada cual segùn sus obras, y a Dios lo que es de Dios.

Lo justo y lo correcto no son monedas de cambio que se pueden dar de manera arbitraria segùn nos convenga. Es buscar lo que agrada a Dios segùn sus preceptos. 

En ese sentido debemos preguntarnos, hoy que iniciamos la Semana Mayor, ¿Còmo pretendemos darle la gloria a Dios con nuestra vivencia litúrgica?

Vivamos esta y las demás semanas en la conciencia de hijos de Dios, pero muy en particular, que este tiempo litúrgico sea de entrega total. Pero Dios sabe de què estamos hechos, por lo tanto, enfoquémonos en hacer lo posible lo mejor posible, y en cambiar al menos en un aspecto de nuestra vida. 

Jesùs que lo ha dado todo por nuestra salvación, se merece que le demos también nosotros todo lo que podamos darle, y si podemos màs, demos màs, y si podemos poco pero bien dado, demos poco pero bien. 

Sea Dios el principio y fin de lo que hagamos.

Josè Mendoza, op

domingo, 7 de abril de 2019

Justicia y paz, ¿A nuestra manera?




–Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras: tú, ¿qué dices ?.

Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.

Pero, realmente, ¿què dice la Ley de Moisès? 
“Si un hombre comete adulterio con la mujer de su prójimo, será muerto tanto el adúltero como la adúltera.” (Lev 20, 10)

Si buscamos justicia y paz a nuestra manera de creer que deben ser las cosas, no sólo terminaremos decepcionados, frustrados y molestos, sino que también hemos sido jueces y ademas, hemos dudado de la justa y misericordiosa voluntad de Dios.

Es común sentir dicha frustración cuando nuestros ojos están en las cosas del mundo, pero si veo a mi alrededor y medito en Dios, podrè contemplarlo actuando aun cuando no lo comprenda todo. La fe es creer aun cuando parece que no se puede, la esperanza es esperar aun cuando no haya nada que esperar y el amor es amar aun cuando nos duela. 

Vemos como en la narración, entendida desde lo que dice la Ley de Moisès, no se detalla que sólo la mujer deba morir, también debe ser castigado el adúltero; tampoco se especifica la manera en que dicho castigo sea impuesto. Esto resulta ser producto de una cultura: imaginemos que en esos lugares lo que abundaba eran las piedras, si fueran leones, podrían haberlos tirado a las fieras, si fueran rios podrían haber sido ahogados; pero en cambio han sido lapidados.

Es una clara manipulación de la Ley para conveniencia de esos infractores que no eran menos pecadores que la mujer adultera. Muchas veces quien acusa no se fija que es culpable de eso mismo de que acusa, como quienes exigen "tolerancia", esos suelen ser los màs intolerantes. 

No olvidemos que todos somos pecadores y estamos necesitados de la misericordia de Dios, somos responsables de nuestros hermanos en el acompañamiento de la vida cristiana, aunque eso a veces signifique saber corregir y señalar los errores debidamente argumentados.

Acá no se trata de peores y mejores, ni de grupos elitistas, sino de tener un amor afectivo y efectivo los unos por los otros y recordemos, que con la misma vara que medimos seremos medidos.

Josè Mendoza, op