Hoy toca hablar de la austeridad, tomando como ejemplo a Juan Bautista. La austeridad es propia de gente sencilla, es decir, sin delirios de grandeza material o espiritual, que asume su realidad humana y sus condiciones no como algo que lamentar sino cuales medios para llegar a Dios. Austeridad y pobreza pueden ser sinónimos mas no condiciones. Una persona puede carecer de lo necesario pero vivir de forma codiciosa y bajo la envidia, o puede tener lo necesario y no aspirar poseer lo grande, lo ùltimo, pues su corazón no carece de lo necesario; esta persona ha comprendido que la vida temporal es un viaje no la estancia definitiva.
La usteridad permite que nuestro corazón esté en los bienes eternos màs que en los terrenos, vivir de manera libre, feliz y agradecidos en el dìa a dìa, y de forma maravillosa, predicando con el ejemplo, la alegría de la Parusìa.
Pregunta: ¿Còmo va tu austeridad en estas fechas donde el consumismo se convierte en el sustituto de Dios? ¿Te has dejado conquistar por este dios pagano? ¿Piensas, antes de un gasto innecesario, en la gente que bien podrìas ayudar con tu aporte, aunque no necesariamente econòmico?
Estas preguntas surgen de la moral circunstancial, pero si vamos a trasfondo, trabajar la virtud de la moderación te servirá para vivir con màs coherencia el adviento y a llevar tu vida de manera ordenada y armònica.
Recuerda, eso que ahora estas derrochando, mañana lo vas a necesitar y no podrás disponerlo por tu indisciplina.
Josè Roberto Mendoza
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