domingo, 27 de septiembre de 2020

XXVI Domingo del TO

 ¿El proceder del Señor no es correcto? ¿Acaso no es el proceder de ustedes, y no el mìo, el que no es correcto? 

En este diálogo se nos planeta la realidad de la justicia divina, lo que le  propio del amor de Dios no es la muerte de sus hijos sino que se salven, lo que le respecta al hombre, segùn la justicia divina, es corresponder al amor gratuito de Dios con una vida recta y santa. Por tanto, el justo muere por no querer creer en la salvaciòn ni vivir conforme a ella; muere por el mal que ha cometido, y esto no es deseo de Dios, sino del justo que mal usa su libertad. 

Jesucristo, aun siendo Dios nos hace una sùplica a nosotros: darle perfecta alegrìa, permaneciendo bien unidos (lo cual brota del amor/comuniòn en el Espìritu Santo, no por la simple asociatividad) 

Como Cristianos hemos de buscar asemejarnos en todo a Cristo, teniendo sus mismos sentimientos, los cuales no estàn infectados de egoìsmo, discordia o vanidad, sino impregnados de humildad y amor propio semejante al que sentimos por nuestro pròjimo. 

Asì termina el Himno Cristològico que nos recita Pablo: “Jesucristo es el Señor”, en quien todas las cosas han de ser recapituladas. Por tanto, Jesùs mismos es quien nos exhorta en las amonestaciones que hace hoy sobre aquel que dice sì y luego no va, y el que dice no, pero tras discernir, sì va y cumple.

¿A qué exigencias nos introduce hoy? Que no esta en tus honores pastorales el ser llamado hijo de Dios, sino en el testimonio de vida que das, pues por medio del bautismo, te han sido otorgadas las virtudes teologales para que des testimonio cristiano coherente

Josè Mendoza


domingo, 20 de septiembre de 2020

XXV Domingo del TO

 ¡Busquen al Señor mientras se deja encontrar, llámenlo mientras esta cerca!

Con esta invitaciòn empieza el profeta Isaìas para hablar de la conversion de hecho, no solo de palabras. 

Prosigue Pablo con la razòn de ser de la vida cristiana que el camino seguro la alcanzar la verdadera felicidad, y consiste en glorificar a Dios con nuestras vida, asi sea vivamos o muramos. ¿Y quièn puede perder la vida si se la gasta por Cristo? 

De esta forma, quien vive para dar gloria a Cristo, el morir le es ganancia. 

Jesùs estampa su sello al decirnos que sus caminos y sus pensamientos no son como los nuestros. Para que el Señor gobierne nuestra vida, lo primero que hemos de reconoces es que, jamàs hemos tenido el gobierno sobre ella, ha sido Dios, quien por su permisiòn o su propia mano nos ha procurado las cosas para bien de nuestra alma. 

No perdamos el tiempo en lo que no edifica, antes bien, vivamos para Cristo, y asì la muerte nos serà ganancia, pues iremos a compartir la Gloria de aquel a quien le hemos entregado nuestra vida, segundo a segundo. 


Josè Mendoza

domingo, 13 de septiembre de 2020

XXIV Domingo del TO

 En el tema del perdòn, punto crucial de las lecturas de hoy en continuidad con la correcciòn fraterna del domingo pasado, el relativista te hablará del perdón  desde su aspecto egoìsta: “perdóneme a mi y a mis porquerìas”, entonces, el mensaje relativista sobre el perdòn, es: “hay que perdonar, menos a los que no estén de acuerdo con nuestro relativismo”.  

Sin embargo, la vida no es para uno mismo, sino para Dios, y el perdón que ofrecemos a los demàs no es para que se conviertan en còmplices mìos ni yo en mamarracho de nadie. El mandamiento de perdonar esta ligado irreconciliablemente con el conocimiento de la propia miseria.

No perdonamos por hacer un favor al otro, sino reconociendo que tambièn yo fallo y necesito de la Misericordia de Dios. He ahí el punto de quiebre del buenista... ¡hermano!, no se trata que te perdonen a ti y las porquerìas que haces, es primero que tù perdones a los otros, no sin antes dejarles el mensaje de la conversiòn, para que no sigan igual. Jesùs perdona pero no te deja como te econtrò, ahi hundido en tu pecado, el Señor nos dice: “vete y no peques màs... no sea que algo peor te suceda”, ¿y què puede ser peor si hemos sido condenados al infierno por nuestro propios actos?

Ahora ya sabes, perdona setenta veces siete, amonesta y corrige a tu hermano, perdonándole sus agravios pero no dejándole cómodo en su pecado. De lo contrario, no seràs profeta ni predicador, sino su còmplice. Nos lo dice Yahvè, como mensaje central del libro del profeta Ezequel: “si no vas a decirle al malvado lo que manda el Señor y este muere en su pecado (muerte fìsicia y espiritual) a tì te pedirè cuenta de su vida” (habla sobre la propia responsabilidad de los actos)

Eres responsable de amar a tu prójimo y perdonarle, mas no de condescender con sus maldad ni de aplaudirle solo por “no ofender”.

Josè Mendoza

domingo, 6 de septiembre de 2020

XXIII domingo del TO

 Sobre còmo hacer la correcciòn fraterna, dirè dos cosa:

1) Hacerla de modo moralmente mezquina, buscando el propio interés, pero sin fundamento ni orientación en la Verdad.

2) Hacerla con recta intención, fundamentados en la Sana Doctrina y con la ùnica intención del bien del pròjimo, su salvación y la nuestra. 

Basta entender que, si se hace de manera recta y es recibida con humildad, traerà frutos de salvación para quien la da y para quien la recibe, pero si no se recibe humildemente ni se da sustentados en la Sana Doctrina, serà causa de condenación. 

Jesùs indica la manera correcta de hacerla, como leemos en el Evangelio de hoy.


Josè Mendoza