En el tema del perdòn, punto crucial de las lecturas de hoy en continuidad con la correcciòn fraterna del domingo pasado, el relativista te hablará del perdón desde su aspecto egoìsta: “perdóneme a mi y a mis porquerìas”, entonces, el mensaje relativista sobre el perdòn, es: “hay que perdonar, menos a los que no estén de acuerdo con nuestro relativismo”.
Sin embargo, la vida no es para uno mismo, sino para Dios, y el perdón que ofrecemos a los demàs no es para que se conviertan en còmplices mìos ni yo en mamarracho de nadie. El mandamiento de perdonar esta ligado irreconciliablemente con el conocimiento de la propia miseria.
No perdonamos por hacer un favor al otro, sino reconociendo que tambièn yo fallo y necesito de la Misericordia de Dios. He ahí el punto de quiebre del buenista... ¡hermano!, no se trata que te perdonen a ti y las porquerìas que haces, es primero que tù perdones a los otros, no sin antes dejarles el mensaje de la conversiòn, para que no sigan igual. Jesùs perdona pero no te deja como te econtrò, ahi hundido en tu pecado, el Señor nos dice: “vete y no peques màs... no sea que algo peor te suceda”, ¿y què puede ser peor si hemos sido condenados al infierno por nuestro propios actos?
Ahora ya sabes, perdona setenta veces siete, amonesta y corrige a tu hermano, perdonándole sus agravios pero no dejándole cómodo en su pecado. De lo contrario, no seràs profeta ni predicador, sino su còmplice. Nos lo dice Yahvè, como mensaje central del libro del profeta Ezequel: “si no vas a decirle al malvado lo que manda el Señor y este muere en su pecado (muerte fìsicia y espiritual) a tì te pedirè cuenta de su vida” (habla sobre la propia responsabilidad de los actos)
Eres responsable de amar a tu prójimo y perdonarle, mas no de condescender con sus maldad ni de aplaudirle solo por “no ofender”.
Josè Mendoza
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