miércoles, 29 de noviembre de 2017

Breve reseña sobre la pelìcula “Extraordinario”


Basada en una novela Bestseller, la pelìcula ofrece al auditorio algo mucho mejor que lagrimeo, nos muestra distintas caras de la misma moneda. No habla sòlo de la vida de un niño que sufre sino también, en còmo toda la familia sufre, acoge, acompaña y se vuelve fuente de dicha para ellos y los màs cercanos.

El fundamento es el diàlogo, silencio y escucha. Atravesando los azares de este mundo, unidos los van superando, solidarios entre sí. La pelìcula ofrece un bello ejemplo y una perspectiva de como acoge, quien sufre una dolencia, el mundo que lo agrede, en como se puede ser dulce cuando otros no lo son. A mì, me molesta como la gente me preguntaba por mi estado de salud pero màs bajo la curiosidad que con la ayuda solidaria. En ocasiones hacemos daños con la lengua aùn creyendo que hacemos un bien en dizque mostrar interès. Soy fiel partidario en que calladitos nos vemos màs bonitos.

Pero el que sufre puede gozar de una mejor visiòn del mundo real en comparaciòn a quienes no padecen lo mismo, y piensan en que el pobrecito es uno. La compasiòn y la làstima no es lo mismo, ni cercanamente. 

No soy experto pero recomiendo la pelìcula, sobre todo de verla en familia, y con varios pañuelos desechables.

Josè  R. Mendoza, OP

La hipocrecìa de ayer y ahora

 "Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir." (Lc. 21,1-4)



El Evangelio de hoy tiene mucha concordancia con las lecturas del dìa de ayer, Domingo. Nos habla sobre dar en lo humano, no en presumirlo. Podemos caer en la loca idea que adviento es para lo netamente religioso, y si es importante, pero en la jerarquìa de verdades jamàs una devociòn estarà por encima de la liturgia. Y la liturgia propia de este tiempo nos manda a la penitencia mediante las 14 obras de misericordia. Eso serìa lo verdaderamente religioso, sin despreciar La Corona de Adviento, que nos une (religare) a Dios. 

Màs allà de dar lo que nos sobra, o contabilizarlo, hagamos un recuento de nuestras actitudes humanas para con nuestro pròjimo. El que està adentro y afuera de la casa. 

Incluso, en còmo me he tratado a mì mismos durante el año, si de manera desmedida o con lo apropiado en la razòn del acto mismo. La desproporciòn consumista en que se vive durante el adviento es reflejo de lo impreparada que està nuestra fe. De lo poco formados en la Veritas, aun cuando seamos “catequistas o con promesa perpetua”. De no reflejarse con actos concretos de misericordia en lo humano, bien dice Santiago, es porque no tengo fe. 
La Iglesia con la liturgia nos prepara a vivir el tiempo mayor de la Navidad, que aùn no es.
Pidamos al Padre con fervor, para que esta preparaciòn a la dulce espera, nos llene del propòsito firme de la conversiòn. 

El dominico ha de ser crìtico y propositivo. No un hipòcrita en blanco y negro. 

Josè R. Mendoza, OP








miércoles, 22 de noviembre de 2017

Comentario sobre El Malestar en la Cultura. 1a Parte.


Me he dado a la labor de estudiar un poco a este personaje tan famoso en el mundo de la psicología, Sigmund Freud. Su ensayo, El malestar en la cultura, devela mucho de sus criterios y la tan afamada metodología propuesta por él, la maximizaciòn de la sexualidad como método asertivo para la felicidad. 
No pretendo psicoanalizar a Freud, más bien, ordenando sus ideas en el entramado de la vida emocional, buscar la verdad y encarar la realidad. 
No es ningún secreto que nuestra sociedad actual está cada vez más despistada de lo importante. Entre luces y el bullicio vamos haciendo catarsis de nuestras faltas morales y emotividad desquiciada. El asunto es que no sabemos darle nombre u orden a las cosas.

Divagamos entre mil cosas para justificar la vida y creernos felices.

La felicidad, creemos alcanzarla mediante cortos lapsos de tiempo condonados con ciertos artilugios como el consumismo, las sustancias intoxicantes y los momentos de placer. Para Freud, estas son las partes de un método infructuoso en la obtención de la felicidad. Su tesis se viene abajo cuando pretende que la religión, o bien los valores y virtudes cristianos, dado que desconoce falazmente de ellos; son directamente responsables de la “insatisfacción social”. Asume que la negación de uno mismo y el rito penitente son un atentado a la felicidad, dando como gran solución un método orientado a la vida sexual como albacea de la felicidad.

Poco o nada alude sobre los sentimientos y el orden de estos en la vida madura de la persona. Conocerse uno mismo, valorar los momentos y las aptitudes precedentes al acto.

En esta primera parte deseo dejar un poco esclarecido el asunto sobre el criterio anti religioso de Sigmund Freud claramente expuesto en su ensayo “el malestar en la cultura”.

Sobre el criterio, que cada uno se lo haga, siendo así lea y analice con la razòn y a la luz de la moral cristiana. Mi trabajo queda satisfecho conforme a que cada uno deguste (Sabiduría) las cosas de lo Alto.

En la 2a parte, analizarè los sentimientos en este proceso de conocerse uno mismo. Dirà alguien, “no escribió nada, no dijo nada”, bueno, es que la parte màs importante la hace el lector al investigar e ir en búsqueda de la verdad, yo hago mi parte dejando pistas.

José R. Mendoza, OP

martes, 7 de noviembre de 2017

EL RELATIVISMO DISFRAZADO DE DIÁLOGO. REMEMBRANDO EL DISCURSO DE MONTESINOS.

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Inicio el presente artículo recordando a Benedicto XVI, entonces Cardenal, en la homilía de la misa “pro eligiendo pontífice”, advierte que el Relativismo: “Es como un pulpo, extiende sus tentáculos procurando abarcarlo todo” (la dictadura del relativismo). Es una realidad en  la que muchos espacios pastorales han quedado sumergidos, ha ganado terreno en el pensamiento de muchos  laicos dominicos con promesa temporal y perpetua. Cosa que a nuestros novicios más consientes causa asombro, y no es para menos, pues estos gozosos de la gracia de la predicación, resulta que promulgan un sincretismo y tendencias ideológicas. En un afán por el dialogo, hemos podido caer en el desuso de la argumentación racional.
Un laico ha recibido su dignidad desde que fue creado por amor, pensado por Dios para ser feliz y autèntico en conocer y perseverar en la verdad, nacido desde las aguas bautismales, el cristiano debe vivir coherentemente y mantenerse en la gracia atraves de una vida sacramental.
Según Platón, el dialogo trata de la búsqueda de la verdad, parto entonces del discurso de montesinos, 21 de diciembre de 1511, advierto que nuestro ideal no está intencionado a ganar discusiones si no encender el lumbral de la verdad, semejante a nuestro Padre Sto. Domingo de Guzmán en su dialogo de la taberna de Tolosa, buscando la conversión del dueño del hospedaje, con el cual trabajo toda la noche, procurando su conversión dilucidando la verdad atraves de un dialogo autentico. (La misiòn)
No tengamos miedo de dialogar, la principal debilidad del pensamiento relativista es carecer de argumentos serios. Se ataca el error no al errado, corregir al que se equivoca es una obra de misericordia.
En el dialogo se conoce de cerca la postura del otro y se expone la propia, bien lo decía Sócrates conócete a ti mismo, en dialogo deben presentarse argumentos serios y bien documentados, no debe ser improvisado, sino bien organizado, no debe apoyarse en ninguna falacia egocentrista: “como usted es humilde debe darme la razón o yo soy laico consagrado por lo tanto usted debe darme la razón, yo soy consagrado (Promesa perpetua) y usted no, por lo tanto la verdad es lo que yo he planteado”; la vana presunción, mi hermano, también es peldaño para ir al infierno, es fácil caer en contradicción, pero, ¿estoy hablando de la verdad de Jesús o de mi verdad?, porque de ser así, mi verdad no tendrá contradicción por que todo es a mi manera, ser laico dominico con promesa no es un privilegio de categoría, es una responsabilidad, la verdad por la que el dominico pone la cara debe estar respaldada por una verdadera formación humana, doctrinal, en obediencia al magisterio, para ello se debe orar, estudiar, contemplar y tener vida fraterna congruente. Lo que tú y yo presentemos como verdad pesa en la eternidad y de eso daremos cuentas.
El discurso de Montesinos ofrece un despertar de la conciencia de la época; se entiende por las agresiones contra la dignidad de los indios, quienes se han de ver como Hijos de Dios y personas humanas. La dignidad no estaba marcada por tener o no sangre española, sino porque habían sido pensados en el amor de Dios y elegidos para él, desde el relativismo este dialogo hubiera terminado en simpatía nada más, la visión de Montesinos no es ganar estatus delante de los conquistadores, si no denunciar una injusticia, lo hace atraves de la razón por lo tanto es de contenido doctrinal.
Bien lo dice san Juan Pablo II en la introducción de Fides et Ratio:
“La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y en definitiva, de conocerle a Él, para que conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo.”
Montesinos hace preguntas claras, directas a la conciencia, no adolece de ideologías. Un laico dominico debe saber plantear argumentos serios, no debe caer en mentiras ni pensamientos de la corriente relativista, no debe recurrir a la carta de la autoridad: “porque soy dominico y tú también, debes aceptar lo que yo digo es la verdad”, bien lo decía Gandhi: “deja que tu luz resplandezca sin opacar la del otro”, el dialogo autèntico del dominico debe estar cargado de criterio, humildad y obediencia a la revelación y el magisterio, nos lo dice la regla de las fraternidades laicales dominicanas “el laico dominico es humilde, depende de Dios, acoge y ama como mandato de Cristo, es afirmativo también decir que estudia, contempla, es capaz de dialogar, de comprender y comprenderse, busca la satisfacción suya y de los demás.”
Montesinos lo plantea así:
“La dignidad del Hombre le viene de su creador, porque todos los hombres tienen la misma dignidad de criaturas a su imagen y semejanza.” (Martino, 2004)
El corazón indica en definitiva, las facultades espirituales propias del hombre, sus prerrogativas en cuanto creado a imagen de su Creador: La razón, el discernimiento del bien y del mal, la voluntad libre (II, 1995). Cuando escucha la aspiración profunda de su corazón, todo hombre no puede dejar de hacer propias las palabras de San Agustín: “Tú  lo estimulas para que encuentre deleite en tu alabanza; nos creaste para ti y nuestro  corazón andará siempre inquieto hasta que no descansen ti.” (agustin, 661).
Él le dijo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. (Sn. Mt 22,37-39).

La autoridad debe reconocer, respetar y promover los valores humanos y esenciales. Estos son innatos pues derivan de la verdad misma del ser humano, expresan y tutelan la dignidad de la persona. Son valores, por lo tanto, que ningún individuo, ninguna mayoría ni ningún Estado nunca pueden crear, modificar o destruir (II, 1995).
Montesinos busca el dialogo con los conquistadores, defendiendo la verdad de la dignidad de los indígenas, busca la justicia a través de la razón, sin caer en falacias mal argumentadas. Si has encontrado faltas, dime cuales, es a lo quiero llegar.
Para construir un verdadero dialogo debe existir claridad, coherencia y argumentos fundamentados y documentados, no se trata de hacer ensalada de temas hundiéndose en el relativismo, camino muchas veces asfaltado por nuestros hermanos protestantes.
En una conversación se pueden enriquecer el lenguaje y el conocimiento, mas en un dialogo se maduran y cultivan criterios firmes.
El dialogo es un arte, si encuentras error en mi postura con gusto esperare escuchar tu argumento serio y veraz.

 José Roberto Miranda, OP                         Elmer Ismael Rodríguez, OP

BIBLIOGRAFIAS:
- Fray Bartolomé de las Casas O, P. “Historia de las Indias libro III, selección cap. 3-5.
- Fray Gustavo Gutiérrez O, P “EL Sermón  de Antonio Montesinos”.
- Regla de fraternidades laicales Sto. Domingo de Guzmán.
- Juan Pablo II “Fides et Ratio”.
- Renato Raffaele Martino “Compendio de la Doctrina social de la Iglesia” 2004.
- Juan Pablo II “Evangelium vitae.
- “Confesiones de san Agustín 661”.

viernes, 3 de noviembre de 2017

Por la puerta angosta

Hoy toca hablar sobre un santo muy particular, todos lo son pero en este caso, atrae miradas de grandes y pequeños: Fray Martín de Porres. Invito al lector a buscar y leer la biografía de nuestro amado mulato. No trata de eso la breve exposición que haré. 

En la vida de la Orden de Predicadores tenemos una riqueza de santoral impresionante. Somos la orden que más santos ha regalado a la Iglesia, bueno aunque faltamos nosotros. Pero sobre este mulato hay cosas maravillosas que decir sin que haya escrito grandes tratados, por ejemplo, su amor a la escoba. No a un instrumento, sino al medio para su vida humilde, medio para el servicio. Debo tomarlo a ejemplo pues, mis bienes, mi oficio en la orden y la propia formación son eso, medios para servir a otros, de suerte que nos santificamos santificando según dice la Regla. 

Pero Martìn va màs alla, el celo por la verdad característica en su praxis de la caridad. Vive en el silencio pero no callado, sino humilde. Debo aprender mucho de èl. A servir a mis hermanos y agachar la cabeza ante Dios. Así, mi dicha es servir, amando a Dios en mi prójimo. 

Finalmente y no menos importante, la obediencia de Martìn. Obedece por amor en el amor. Eso quiere decir una vida interna equilibrada. No veamos a este santo como si se tratara de un ignorante dada su condición social, al contrario, es un gigante ante nuestra presunción social. 

Les dejo un presente en todo mi afecto.
Señor Nuestro Jesucristo, que dijiste "pedid y recibiréis", humildemente te suplicamos que, por la intercesión de San Martín de Porres, escuches nuestros ruegos.
Renueva, te suplicamos, los milagros que por su intercesión durante su vida realizaste, y concédenos la gracia que te pedimos si es para bien de nuestra alma.
Así sea.
José R. Mendoza, OP