domingo, 18 de agosto de 2019

Tengo que recibir un bautismo.

El Evangelio de hoy, en una parte nos dice que Jesùs pronuncia estas palabras “tengo que recibir un bautismo”. Si leemos el contexto, nos ubicaremos en el desarrollo de la vida pùblica de Jesùs. El bautismo en el Jordàn hacìa tiempo en que había tenido lugar. ¿A què bautismo se refiere? Al de sangre, su pasiòn libremente aceptada. 

El cristiano tambièn acepta libremente la cruz, ser signo de contradicciòn, las injurias, y el rechazo de los llamados “suyos”, todo a causa de enseñar y vivir en la Verdad (la causa del Evangelio). Los suyos son esos de la misma familia, eclesial o consanguínea. 

No nos engañemos, a cuàntos hemos despreciado sòlo por no ir en sintonìa con nuestros ideales de vida católica, incluso, a esos que nos dicen las cosas como son, solemos verlos cual leprosos, les negamos su dignidad y murmuramos contra ellos. Esto pasa mucho cuando no somos personas integralmente formadas, y nos hemos conformado en ser muy intelectuales para mantener seguro nuestro puestecito en la secta, club o gueto que hemos constituido, asi llamada comunidad o grupo laical “X”.

Amar la cruz es amar a quien fue crucificado en ella para nuestra redenciòn, como dice en la oraciòn colecta de este dìa: “para que amàndote en las cosas y sobre ellas...” alcancemos a amar como verdaderos cristianos, aún en medio de las contradicciones. Esto no es fàcil si se quiere hacer con la simple fuerza humana, pero con la gracia de Dios es posible aprender a vivir en la fe, la esperanza y la caridad auténticas. 

Hay que aprender a distinguir entre las cruces que nos envìa Dios y las que nosotros nos buscamos (consecuencias).

Josè Mendoza, O.P. 




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