Hoy celebramos la fiesta de la Presentación, Jesùs es llevado al templo y tras pagar la ofrenda debida, se cumple con lo que todo judìo debía hacer.
Claro, Josè y Marìa son pobres, por tanto pagan el tributo adecuado para ellos.
Pero, detengamonos a pensar por un momento en los padres del Niño Jesùs. A Maria se le anuncia, por boca del ángel, que el niño en su vientre es fruto del Espíritu Santo, y por tanto es el Hijo de Dios. A Josè se le anuncia que el niño en el vientre de Marias es fruto del Espiritu Santo, por tanto es Hijo de Dios.
Entonces, ambos saben segùn la tradición oral y por la revelación hecha a cada uno que, ese niño, es el Mesìas.
¿Te imaginas la humillación para los padres de Jesùs?
¿Què dirías tù si fueras Josè?... hipotéticamente:
¡Còmo es posible que mi hijo, el enviado a redimir a toda Israel, deba pagar tributo!
¿Què dirìas si fueras Marìa?... hipotéticamente:
¿Purificación?, ¡pero si soy vìrgen, en que cabeza cabe!
Poco pensamos en la humildad de Josè y Marìa.
En este dìa la luz se manifiesta a toda Israel, y con ellos, a toda la humanidad. La presentación del Niño es, por tanto, motivo de festejo. (recuérdalo cuando reces los misterios gozosos del Sto. Rosario)
Pidámosle al Señor nos conceda un corazón manso y humilde como el suyo.
Josè R. Mendoza
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