El texto del Evangelio de hoy nos manda a ser sal y luz.
Sal que quema las lenguas mentirosas y luz para acabar con la oscuridad de la ignorancia, de las ideologìas y de la doblez moral.
Ser sal y luz equivale a tener equilibrio y coherencia. Para que nuestro testimonio sea congruente con nuestras palabras y, predicando la salvaciòn en Jesucristo, no perdamos nuestra esencia ni seamos còmplices de la oscuridad.
Hay que tener valor y honradez para anunciar y denunciar.
Que nuestra forma de ser y proceder llame a otros a la conversiòn, predicando asì con nuestra vida y de ser necesario con palabras.
Termino de manera que se pueda entender. Vivamos en la Verdad caminando segùn los preceptos de Dios y leyendo el diario acontecer con el discernimiento que sòlo nos pude venir iluminado por la oraciòn cotidiana y sacramental.
Seamos religiosos segùn los preceptos cristiano- dogmàticos, haciendo valer las 14 obras de Misericordia como una manera distintiva de ser católicos, no lo seamos simplemente del diente al labio.
Josè Roberto Mendoza
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