domingo, 31 de mayo de 2020

Domingo de Pentecostès

En este dia conmemoramos La Solemnidad de Pentecostès, y hay que decirlo, Jesùs inaugura la Iglesia en el dìa en que instituye la Eucaristía, porque eso al Dies Domini, le llamamos también Dies Ecclesia. 

El Espìritu Santo, la Promesa que procede de lo Alto, nos ha sido dado para que podamos dar testimonio de la fe que profesamos. Es por tanto necesario que la fe se proclame y se viva. 

La cuestión es muy sencilla, en nuestro bautismo, El Espíritu Santo nos otorga dones, a todos; luego, carismas segùn su voluntad amquien quiere, y finalmente, los frutos que se manifestaràn en aquellos que han colaborado con su voluntad siguiendo las inspiraciones que el mismo Espìritu les ha dado. 

¿Cuál es el mayor testimonio de que somos cristianos? Que por obra del Espíritu Santo, nos mantengamos perseverantes en la misma Doctrina Católica, no desviándonos ni un milímetro de ella. 

Pues para la gente de pensamiento mundano, en la Iglesia habemos de izquierda/derecha, modernistas/conservadores, progresistas/fundamentalistas... y en cambio, para el Espìritu de Dios que nos manda a la Unidad, somos la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo y hermanos entre los hombres. 

Por eso Jesùs clamó asi: "A fin de que sean uno, como Tù, Padre, en Mì y Yo en Ti...".

Josè Mendoza 

domingo, 24 de mayo de 2020

Domingo de la Ascensión del Señor

¿Haz hecho la experiencia de Jesucristo? La teorìa es necesaria pero no basta. 

Al final del evangelio que hemos leìdo este domingo, Jesùs expone realidades impresionantes:

"Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. 
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 
y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo".

Primero exige el apostolado  (“vayan”), segundo, no es un hacer por hacer, sino con el propòsito de salvar almas, bautizàndolas, asi los sacerdotes como todo catequista, seriamente instruìdo en la Sana Doctrina, para acompañar al formando en su proceso inicial de vida cristiana que le prepara al apostolado, luego nos revela a la Santìsima Trinidad, que no es cosas poca. 

Y por último, manda a los apóstoles a instruir segùn la Sana Doctrina, no segùn criterios u opiniones humanas, para que asì ellos, imitando a Cristo, sean testimonio del discipulado. 

El seguimiento de Jesùs, asi llamado discipulado, se vuelve en razón y sentido de nuestra vida, de nuestras cruces y de nuestra esperanza en la vida Eterna. 
Jesùs no nos ha abandonado, sigue con nosotros mediante su Espìritu en la vida sacramental, cuya administración esta presente en la Iglesia catòlica. 
Vivamos pues de cara a Dios con esperanza en los bienes eternos, para saberle dar a los terrenos su justa valoración.

Josè Mendoza


domingo, 17 de mayo de 2020

Sexto Domingo de Pascua

El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él".

Estas palabras manifiestan que no estamos huérfanos, al menos si queremos vivir conforme a los preceptos de Dios y no conforme a nuestros gustos y caprichos. 

Pero Jesùs pone condiciones, exigencias, no basta recibir los mandamientos (decir Señor, Señor)  hay que cumplirlos. Solo entonces se manifestará en nosotros el amor autèntico, no uno de meras palabras, y en el acto, dice el Señor, seremos amados por el Padre y Jesùs se manifestará en nosotros. 
Como dice Sn. Pablo, ya no soy yo quien vive sino Cristo quien vive en mì

La vida Cristiana no es una moda o un hacer por hacer algo para estar ocupados en la parroquia, tiene como fundamento vivir conforme a las Sagradas Escrituras en coherencia con la Tradición Viva de la Iglesia, para que así seamos lo que en el bautismo recibimos, hijos de Dios, hijos en el Hijo. 

Josè Mendoza


domingo, 10 de mayo de 2020

Quinto Domingo de Pascua

Dice la Antifonìa antes de la comunión: "quien permanece en mì y yo en èl, da fruto en abundancia".

Cuan importante es reconocer, con humildad, nuestra necesidad  y dependencia de Dios sí queremos hacer el bien que a èl le agrada, no el bien segùn mi acomodo de los conceptos. 

Si creemos en Jesùs debemos hacer las mismas obras que le hemos visto hacer a Èl. ¿Cuales son estas obras? dar de comer al necesitado, consolar a los enfermos, libertad a los cautivos a causa del pecado, perdonar a quienes nos abofetean y estar dispuestos a padecer por el bien de la Iglesia. No como sàdicos masoquistas, sino con la alegría del encuentro, pues cuando veamos al Hijo en su Gloria, estaremos en la presencia real del Padre Todopoderoso. 

Por tanto, para orar como para predicar, se necesita valentía y esmero. No se puede improvisar a un predicador como tampoco se puede hacer una cosa buena y ya, sin perseverar en la virtud. 

Recordemos que, para ser santos, hemos de hacer las cosas cotidianas u ordinarias, pero de manera extraordinaria, de cara a Dios.

Josè Mendoza 

domingo, 3 de mayo de 2020

Cuarto Domingo de Pascua, del Buen Pastor

El Buen Pastor da la vida por sus ovejas, ellas le oyen y reconocen su voz. 

Al Buen Pastor, que no es asalariado, no le basta con hacer el bien, además, sufre por sus ovejas.

Hoy, Jesùs hace dos comparaciones sobre sì mismo, por un lado se pone como el Pastor de ovejas, quien las cuida, las conoce y va en busca de la perdida, pero además, se describe como la puerta, por medio de la cual se entra al rebaño. 

Ya el papa Emèrtio Benedicto XVI nos regalaba la Encíclica Porta Fidei, en donde describe que el Bautismo es esa puerta para entrar en el rebaño de la Iglesia, asi que cada Sacramento se entiende como Cristo actuando hoy. Pero no basta entrar al rebaño, hace falta también vivir en el seguimiento de Jesùs. Para lo cual se exige conocer la voz del Buen Pastor, mediante las enseñanzas que recibimos en la catequesis. Pues hay ovejas que no reconoce la voz del pastor, ya que no se han preocupado en conocerle. Estas ovejas siguen las modas del mundo, y se afanan en creerse buenos pero, a la vez, rechazan la enseñanza del Pastor, cuando èste les corrige. 

Por tanto, no basta conocer a Jesùs de nombre, sino seguirle, adorándole con nuestras buenas obras de misericordia. 


Josè Mendoza