Dice la Antifonìa antes de la comunión: "quien permanece en mì y yo en èl, da fruto en abundancia".
Cuan importante es reconocer, con humildad, nuestra necesidad y dependencia de Dios sí queremos hacer el bien que a èl le agrada, no el bien segùn mi acomodo de los conceptos.
Si creemos en Jesùs debemos hacer las mismas obras que le hemos visto hacer a Èl. ¿Cuales son estas obras? dar de comer al necesitado, consolar a los enfermos, libertad a los cautivos a causa del pecado, perdonar a quienes nos abofetean y estar dispuestos a padecer por el bien de la Iglesia. No como sàdicos masoquistas, sino con la alegría del encuentro, pues cuando veamos al Hijo en su Gloria, estaremos en la presencia real del Padre Todopoderoso.
Por tanto, para orar como para predicar, se necesita valentía y esmero. No se puede improvisar a un predicador como tampoco se puede hacer una cosa buena y ya, sin perseverar en la virtud.
Recordemos que, para ser santos, hemos de hacer las cosas cotidianas u ordinarias, pero de manera extraordinaria, de cara a Dios.
Josè Mendoza
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