domingo, 31 de enero de 2021

IV Domingo del TO

Jesùs les predicaba con autoridad, no como otros que solo repiten ideas o acomoda el mensaje a su conformidad. Esta autoridad le viene a Jesús de hablar las cosas que el Padre ha querido comunicar a los hombres (como bien decía Moisés en la primera lectura)

A esto se le llama ORDEN.

La enseñanza de la Iglesia tiene un orden que viene directamente de Dios por medio de Jesucristo, de èste a los Apóstoles, de ellos a sus discípulos (los obispos) y desde ahí hasta nuestros días, a cada Sacerdote/Religioso y laico del mundo católico. 

Cuando se enseña sin defecto ni error la Sana Doctrina se esta siendo obediente a este orden jerárquico que tiene más de 2020 años de Tradición. No se trata de enseñar a la manera antojadiza por seguir modas. 

De ahi que, si hablamos con autoridad es porque enseñamos fiel y sin defecto la enseñanza de la Iglesia (Magisterio Ordinario), la que a su vez debe obedecer el ORDEN antes descrito (La Revelación)

Alguien dijo por ahi que es imposible saber si lo que escriben los evangelistas es verdad, pues no habìan grabadoras en aquel tiempo, quien asì piensa obvia el hecho que hay una evidencia escriturística que data de hace más de 2000 años, también omite el hecho de que los apóstoles fueron mártires (y nadie está dispuesto a morir por una mentira sabiendo que es mentira).

Por tanto, tal argumento de no saber la exactitud de lo escrito por los evangelistas pues carecían de grabadoras, es insostenible. 

José R. Mendoza

domingo, 24 de enero de 2021

III Domingo del TO

 En este Domingo se nos presenta la oportunidad para revalorizar la Palabra de Dios.

Primer problema, ¿sabes en què  consiste la Palabra de Dios? Popularmente se cree que trata exclusivamente de la Biblia, lo cual es una verdad a medias. Doctrinalmente se entiende como la unión de las Sagradas Escrituras y la Divina Tradiciòn (dada a los Apóstoles y, por estos, a los padres de la Iglesia, apologistas, teólogos, etc), de las cuales el Magisterio, está a su servicio, interpretándolas y explicando para nosotros las Escrituras (encíclicas, exhortaciones post sinodales, sínodos, concilios, el Catecismo, etc)

Esta unión la podemos apreciar en el ambón cuando, el lector y luego el ministro ordenado, hacen la lectura y proclamación de la Palabra de Dios para posteriormente, siguiendo los lineamientos de una sana homiletica, explicárnoslas. 

Proclamar: decir una cosa en voz alta y públicamente (de forma solemne). 

Segundo problema, ¿cómo hacer vida la Palabra de Dios? En Nínive la Palabra dada al profeta les fue proclamada y, el pueblo, la acogió en su corazón a manera de  Metanoía (conversiòn de la mente y del corazón) cambiando su manera de vivir y reordenándola hacia la penitencia. 

Para que las lecturas dominicales, leídas y proclamadas, se hagan vida, deben ir acompañadas de nuestra penitencia como fruto de un cambio de pensamiento y de corazón (orden de nuestras prioridades) 

Ya lo dice el apóstol Pablo, este mundo y lo que en el se halla es pasajero, incluyendo nuestros días y el aprovechamiento del tiempo. 

Jose R. Mendoza

domingo, 17 de enero de 2021

II Domingo del TO

 El discipulado (cristiano) exige conocer al maestro (Jesùs), no basta saber como se llama. Eso lo sabe cualquiera. Muchos confunden esos términos, creen ser discìpulos de Cristo solo porque saben su nombre e historia, los demonios también lo conocen mas no le aman. 

El discipulado cristiano conlleva una relaciòn personal con aquel a quien llamamos Maestro. Y esa relación exige perseverancia para ir descubriendo, en el día a día, la voz del Señor que nos revela su voluntad. Esto, a su vez, exigen conocer y profundizar en la Sana doctrina, no en leer temas aislados y/o escogidos aleatoriamente, sino en un proceso integral.

Si nuestro cuerpo es instrumento para servir y amar a Dios y al prójimo, la fornicación (sinònimo de prostitución) deben entenderse como “acto idolatrátrico”, siendo que le damos a los bienes terrenos un apego desordenado, lo cual nos hará olvidar que el seguimiento de Cristo consiste en un abandono generoso de toda nuestra vida, no solo de nuestros bienes materiales y o corporales.

Para terminar, la pregunta de Jesùs a sus discìpulos es válida para que nosotros la reflexionemos durante la semana que iniciamos hoy: 

“¿què buscan?”

Jose R. Mendoza

domingo, 10 de enero de 2021

El Bautismo del Señor, Fiesta.

El bautismo es un evento maravilloso en la vida de cada cristiano, por razones que bien sabemos. Pero en este día no quiero poner el punto de atención en recordar nuestro bautismo, sino en el acontecimiento central que se da en la narración. 

Podríamos preguntarnos, ¿es una Epifanìa o una Teofanía? De cierto que se manifiesta Dios en las tres personas de la Santisima Trinidad, pero el punto culminante del evangelio leìdo hoy son las palabras del Padre hacia el Hijo: “Tú eres mi hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección” (Mc , 1, 7-11. Biblia Straubinger)

Ante esta revelación resulta imposible no impactarse por la riqueza de contenido al leerlo en contexto, pues si alguien quiere dudar de la naturaleza divina y humana de Jesucristo, es el Padre Celestial quien nos esta afirmando que Jesucristo es Hijo de Dios (su Hijo amado), por tanto es de la misma naturaleza que el Padre (por quien todo fue hecho) y semejante a nosotros en todo, menos en el pecado. 

¿Crees en Dios pero no le crees a Dios? 

Al anotar este punto el resto se entiende con facilidad, si Jesús es la cabeza de la Iglesia y nosotros su cuerpo mìstico, somos herederos de esta relación filial por adopción, hemos sido hechos desde nuestros bautismo en “hijos en el Hijo”. Porque antes del bautismo trinitario o sin este, somos criaturas de Dios.

Lo que falta es ir y hacer valer este bautismo que nos ha sido dado como un regalo del Cielo. 

Madurando la fe, caminado en la esperanza y obrando en la caridad, mediante los sacramentos de la Confirmaciòn, Penitencia y Eucaristìa, todos estamos llamados a formarnos en la Sana Doctrina, para luego ir y anunciar a todos la Buena Nueva. 

José R. Mendoza

domingo, 3 de enero de 2021

Solemnidad de la Epifanìa del Señor

 El Bautismo (lavado, unción, consagración) es la puerta grande para entrar en la vida de la gracia, de la Iglesia, de los Sacramentos y ser, en efecto, hijos de Dios; hijos en el Hijo.

Este es un tema interesante, ser hijos de Dios impera haber recibido el bautismo bajo la forma trinitaria (segùn enseña la Iglesia), quien no tiene el bautismo, sin dejar de ser persona humana con todo lo que implica su dignidad, es nada màs que criatura de Dios. 

Por eso Dios ha querido que todos se hagan bautizar (como nos dice al final del Evangelio según sn. Mateo) pues, si para ser hijos en el Hijo no hiciera falta el bautismo sacramental, quedando este reducido al mero gusto, todos los demás sacramentos, a los cuales tenemos acceso mediante el bautismo, perderían su razón y eficacia real. 

No hablo de una exigencia burocrática, sino de una más  grande, del alma. Y es porque el alimento del alma no se reduce a comer y dormir, requiere por tanto, otro tipo de garantías. 

Alimentemos el alma haciendo valer nuestro bautismo profundizando y viviendo según la Sana Doctrina y los Sacramentos. 

Citando al Papa Emérito Benedicto XVI: 

“no se comienza a ser cristiano por una desiciòn ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva...” 

(Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Cuaresma 2013)

Como punto final, te invito a leer la Carta Apostòlica en forma de ´Mutio Propio´ Porta Fidei del 11 de octubre de 2011. 


Josè R. Mendoza