Tercer modo de orar
Motivado Santo Domingo por todo cuanto precede, se alzaba
del suelo y se disciplinaba diciendo: "Tu disciplina me adiestró para el
combate" (Sal 17, 35), "Misericordia, Dios mío," (Sal 50), o
también: "Desde lo hondo a ti grito, Señor" (Sal 129). Nadie, por
inocente que sea, se debe apartar de este ejemplo.
Sufre y ora por todos los que sufren, prolongando en su
cuerpo la Pasión de Jesús.
Nosotros hacemos memoria en nuestro interior por los que
sufren, en el cuerpo o en el espíritu, quizás conocidos o familiares nuestros.
Pero recordamos, de manera especial a los enfermos
incurables, a los de SIDA, a tantas personas, cuyas imágenes nos llegan por los
medios de comunicación, que son víctimas de guerras, violencia y terrorismo. www.dominicos.org
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