¡Hola!, me llamo José Roberto Mendoza Miranda y soy laico dominico. Esta es una breve historia del surgimiento de nuestra, ahora, Fraternidad Dominica.
Allá, en el 2011, fray José Luis, OP, quien no tenía mucho de haber llegado a nuestra parroquia, convocó a varios, en las diversas misas que él atendía, a pertenece a un grupo de laicos, en ese momento no sabíamos ni de qué se trataba.
Acudimos al llamado no más de 12 personas, los cuales fueron abandonando las reuniones, que eran los días martes de 6-7 pm en el salón del convento El Carmen. A casi cuatro meses del proceso, sòlo dos personas persistimos, Fray José Luis y yo. Creo que parte de la deserción era que muchos buscaban otra cosa, y no lo que se nos iba esclareciendo. Algunas personas cuando se integran a la Iglesia de manera más comprometida anhelan algo así como esos grupos donde gritas, brincas y bailas, lloras y terminas sintiendo “muy bonito”. Un grupo de laicos dominicos, no es para eso. En sí es un llamado o vocación, eso lo vine a comprender con el tiempo.
En vista de lo ocurrido se abandonó el proceso por un tiempo y, tras verse en la obligación de partir a Guatemala, Fray José Luis dejó en el cargo a Fray Federico González para reunir nuevamente a laicos y tratar de conformar un grupo acorde con lo que dicen los estatutos de la Orden de Predicadores de Santo Domingo de Guzmán. El origen y fin del primer intento fue entre Febrero y Mayo del 2011.
Aproximadamente en Septiembre dio inicio el segundo intento. Mi persona recibió la invitación hasta en diciembre por boca de Fray Federico, a la cual no quise atender. La acepté al tercer intento, en Febrero del siguiente año, o sea en el 2012. Originalmente éramos seis miembros, de los cuales sólo fray Federico, Paula y su servidor, hemos perseverado, pero felizmente se nos han integrado más hermanos, entre Febrero del 2013 a Enero del 2014, en número de ocho a la familia. Este camino es complejo. Así entendí que era vocación, no es para falsas pretensiones o disposiciones a medias.
Falta mucho por caminar y más por hacer, lo cual nos da alegría saberlo.
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