miércoles, 15 de abril de 2020

Miércoles de la Octava de Pascua


Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.

Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista.
Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?".

El camino de los discípulos de Emaùs se parece a nuestra vida, si relees el evangelio de hoy podrías identificar similitudes. Pero me quiero centrar en lo que dice respecto a la fracción del pan.

Ahora que no podemos acudir a misa como quisiéramos, ¿arde nuestro corazón cuando oimos la explicación de las Escrituras?, y a ti, hermano sacerdote, ¿te percatas de la importancia de una sana homilèctica?

Pidamos al Señor, con humildad, que arda nuestro corazón en la escucha de la Palabra de Dios, para que nuestra conversión y caridad sean sinceras. 

Josè Mendoza

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