"Recibirà de lo mìo y se lo anunciarà a ustedes".
Jesùs nos deja claro que existe una relaciòn directa entre èl y el Paraclito, asì como es entre el Padre y el Hijo, a esto le conocemos en la teologìa dogmàtica como "Procesiones divinas". El Padre envìa al Hijo y, el Hijo, envìa al Espìritu Santo. De la siguiente manera, por espiraciòn. Como lo describe el gènesis, de su narìz "soplò", insuflò, espirò la vida. El Espìritu Santo es la vida que esta en todos los bautizados, por eso la Iglesia tiene vida, compuesta por piedras vivas. Este Espìritu anuncia lo que es propio del Hijo como el Hijo predica lo que le ha sido comunicado por el Padre. Por lo tanto, la Iglesia està en el deseo de Dios, por eso es la dispensadora de los dones espirituales (los sacramentos).
Ahora nosotros, pecadores, conviene que confiemos y tengamos fe en este misterio, donde somos acogidos y amados para la vida eterna. No por nuestro mèrito, sino por el profundo amor de Dios para con todos sus hijos.
Josè Miranda, laico dominico.
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