Para los que predican la visión infantil de una misericordia sin castigo y de un Dios que caza pecados, ambas garrafales maneras de entender el Evangelio, ahora se nos habla de dos cosas en particular: Misericordia y justicia divinas.
Los israelitas en el desierto, a pesar de tener la presencia del Señor y su auxilio (la Eucaristía y los demás Sacramentos, segùn nuestro caso), estos ingratos vociferaban en contra del Señor, queriendo regresar a su vieja vida de pecado, sin aparente pena moral ni consecuencias, una vida de disfrutes y pleno libertinaje (no libertad); Entonces, El Señor, les manda las serpientes para que los muerdan (Dios no quiere que sufran pero sabe, pues los conoce, que sòlo así se corregirían), aconteció que muchos murieron a causa de su impiedad y los que se arrepentían eran sanados al ver la vara que yacía enterrada en la arena en posición horizontal (prefigura del madero de la Cruz)
Ojo, no estoy afirmando ni negando que la actual pandemia del Coronavirus sea semejante a lo que les pasó a ellos. El que tenga oídos, que oiga.
En el Evangelio sucede algo similar, Jesùs advierte a los judìos que todo aquel que no crea en èl ni se convierta (viviendo en obediencia a su Sana Doctrina), morirá en pecado. Concuerda con la sentencia: "Seran juzgados según sus obras". Quién niega que Jesùs es Dios, niega todos los demás dogmas, y quien niega uno de los demás dogmas, también niega que Jesùs es Dios.
Misericordia y Justicia divina se reclaman mutuamente, pues si no vivimos en el Temor a Dios nos ganamos el castigo para corregirnos, pero cuando corregimos nuestro caminar con un sincero corazón arrepentido, amando libremente a Dios y al pròjimo en actos concretos de misericordia, podemos aminorar el tiempo de la tribulación.
No se desprecia la corrección pues es bien para nuestra alma, como tampoco se duda de la intervención divina para aminorarla, pues si confiamos en que Dios nos ama a pesar de nuestras faltas y le pedimos con un corazón contrito, el intervendrá.
No se desprecia la corrección pues es bien para nuestra alma, como tampoco se duda de la intervención divina para aminorarla, pues si confiamos en que Dios nos ama a pesar de nuestras faltas y le pedimos con un corazón contrito, el intervendrá.
Asi es, mis amados hermanos, que cada uno se evalúen y piense si quiere que esto acabe ya para seguir con sus mismas actitudes pecaminosas, o bien, si esta usando el tiempo presente para acercarse al Señor, conocerse mejor así mismo, arrepentirse, ser penitente con ayuno-limosna-caridad, para luego, salir purificados de la tribulación.
Pero, si eres de esos que está de vacaciones en casa, preocupado exclusivamente de los asuntos de la vida terrena... ¡allá tù!
Recuerda, toma distancia del pecado, evita la compañía de quienes te hacen caer en el mal camino, lávate seguido con el agua de la gracia que brota de la confesión Sacramental, para luego fortalecerte con el alimento Eucarístico. Asi evitaràs la condenación de tu alma.
Josè Mendoza