"Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas".
El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no peretenecen las ovejas, cuado ve venir al lobo las abandona y huya, y el lobo las arrebata y las dispersa.
Es porque el asalariado no se preocupa por sus ovejas. Semejante a quien no asume su propia realidad desde el contexto social en que vive, el que no hace lo que puede con lo que tiene, y se contenta con criticar, codiciar y renegar de los demàs. El buen pastor hace lo que està a su alcance y no escatima esfuerzos pues conoce a sus ovejas, sabe lo que necesitan y les ayuda en todo lo que puede. El padre de familia, el patròn o jefe, el gerernte de la empresa, el maestro en su salòn de clases, la ama de casa, el estudiante que se prepara para ser el profesionista del mañana; ellos y todos los demàs, en su complejidad son pastores que debe orientar a su familia, a sus subordinados, a los amigos, y orientarlos a todos hacia los bienes celestiales. Facilitàndoles lo propio para que logren su plena perfecciòn.
Sin embargo hay otras ovejas que no son del rebaño y tambèn èstas debe volver a casa. Para nosotros esto se puede entender como dar el esfuerzo extra en nuestras obligaciones, hacer lo que nadie ha hecho y mejorar en lo posible la realidad de los demàs. Hacer lo mejor como se nos pide pero tambièn lo que podemos hacer de màs... lo que nadie te pagarà, ni te agradecerà, es màs, nadie quizàs lo vea. Pero Dios, que ve en lo secreto, te premiarà en lo secreto.
Sabemos que pertencemos al buen Pastor. Pertenecer a este su rebaño, la Iglesia, como bautizados nos asegura el acceso a su infinita misericordia mediante los sacramentos y las enseñanzas del Magisterio.
Josè Miranda, laico dominico.
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