"Cuando estarè levantado sobre la tierra, atraerè todo hacia mì" (Jn. 12 32)
Hoy avanza la cruz, la creaciòn exulta; la cruz, camino de los descarriados, esperanza de los cristianos, predicaiòn de los apòstoles, seguridad del universo, fundamento de la Iglesia, fuente para los sedientes... Es una gran dulzura. Jesùs es conduciod a la pasiòn: es conducido al juicio de Pilato; a la hora sexta es flagelado; hasta la hora nona soporta los dolores de los clavos. Luego, la muerte pone fin a su Pasiòn. A la hora doce, es bajado de la ceruz; parece un leòn dormido.
Durante el juicio, la sibidurìa se calla y la Palabra no dice nada. Sus enemigos lo desprecian y los crucifican... Aquellos, a quienes ayer, el habìa dado su cuerpo como alimento, lo miran de lejos. Pedro, el primero de los apòstoles huyò el primero. Andrès tambièn se largò, y Juan, que descansaba sobre el pecho del Señor no impidiò que un solodado le traspasara el costado con una lanza. Los doce han desaparecido; no han dicho ni una palabra a favor de Jesùs, elos, por los que èl dio su vida. Làzaro no està allì, el que fue resucitado de la muerte. El cieno no ha llorado a aquel que le abriò sus ojos a la luaz, y el cojo que puede caminar gracias a èl, no ha corrido tras Jesùs.
Sòlo un bandido, crucificado con èl, lo confiesa y lo llama su rey. ¡O, ladròn, primica de la cruz, primer fruto del arbol del Gòlgota...! El Señor reina, la creaciòn està llena de gozo. La cruz triunfa y todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos (Ap. 7, 9) vienen a adorar... en una sola Iglesia, una sola fe, un solo bautismo en la caridad. La cruz se levanta en el centro del mundo, fijada sobre el calvario.
Homilìa atribuìda a Sn. Efrèn (hacia 306_373), diàcono en siria, doctor de la Iglesia.
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