"Si quieres, puedes sanarme. Y Jesùs, conmovido, extendiò la mano y lo tocò, diciendo_ "Quiero, queda sano".
En la primera lectura nos narra del manejo que debìa ser dado a un paciente comprobado de padecer lepra. Era norma que èstos no se podìan acerca a un judìo sano. Por eso el hombre de la narraciòn tiene cierto temor y decide acercarse humillado, con fe y la gran necesidad que tenìa. La necesidad de nuestras vidas motiva la fe, pero no podemos someter la fe por nuestras necesidades. A Dios se le buscarà en las buenas y en las malas. Es "casi normal" y una mala costumbre, adormecernos en la oraciòn cuando la situacion va mejorando. Jesùs no se niega, se compadece. ¡Te imaginas!, la gente pensando que Dios castiga y sin embargo el texto te dice que se conmueve de los que sufren. Èl no te averigua primero si te infectaste por contacto directo o a causa de tus pecados. Sòlo se conmueve, se acerca a tì en tu necesidad y te toca directamente con su mano. Nuestros pecados no pueden màs que la Misericordia de Dios. Nadie le gana a Dios en misericordia. Lo seguido es recibir la salud. Cuando el sacerdote pone su mano para darnos la absoluciòn luego de la confesiòn, describìrìa en la actualidad este acontecimiento narrado por Sn. Marcos. Porque la lepra infecta la piel, pero el pecado pudre el alma.
Josè Miranda, laico dominico.
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