“Càllate y sal de este hombre”.
La autoridad con que Jesùs nos habla, procede de su relaciòn íntima y del conocimiento profundo que tiene de sì mismo, de ser Dios verdadero y hombre verdadero. Los escribas, en cambio, hablaban sin màs que teorìa. El testigo dice lo que vio y lo que vive. Es fiel y coherente. Para nosotros los bautizados, esta autoridad la tenemos cuando decimos, según lo que enseña la Iglesia Católica, el contenido de La Revelación en la Divina Tradición, las Sagradas Escrituras y en conformidad al Magisterio. El predicador que desea tener la autoridad y hablar conforme al mandato del Señor, ir y enseñar, lo harà debidamente formado, en oración constante y con una predicaciòn encarnada en la realidad. De lo contrario se queda a simple “Académico de la fe”.
Josè Miranda, laico dominico
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