"¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”.
Para quien camina en tinieblas, en la oscura ignorancia y sus pasiones, reacciona como este espíritu inmundo, con verdadero miedo. Miedo y temor no es lo mismo. El miedo es irracional, el temor es ante algo que reconocemos superior valorando nuestra ofensa Acá se da el miedo. Porque quien predica y practica el mal teme a la Verdad, a la luz, a la razòn. Si Dios quisiera acabar con el mal de este mundo, podría haberlo hecho siglos atrás con un simple “Fiat”. Pero entonces también acabaría con la humanidad pecadora. Dios no quiere que nadie, ni uno solo, se pierda.
Hasta los demonios conocen a Jesùs, le ven cual es, a causa de la visión infusa de que gozan, y les fue conservada aun luego de la caída. Los demonios son espíritus angelicales corrompidos. El hombre, en cambio, necesita ver cosas gráficas. Las acciones y palabras son esas cosas gráficas. Esto debido a que somos seres de naturaleza carnal, con un alma espiritual.
El demonio quiere la perdición del hombre, por eso usa el “nosotros”. Mas Dios, primero sana a su hijo “el hombre” (Bautismo) y librándolo del Maligno (Confesiòn), el hombre queda libre para conocer, amar y buscar a Dios sin desfallecer, con la Acción de Gracias, Alabanza, Pidiendo para sì y por las necesidades de los demás, como Sacrificio agradable a Dios por todos (La Eucaristìa)
Josè Miranda, laico dominico
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