viernes, 9 de enero de 2015

Importancia del estudio del laicado católico para anunciar el evangelio y transformar nuestra realidad (1a. Parte)

¿Deber o derecho?
La cuestión no es designar o retribuir derechos o deberes, sino discernir sobre estos dos. Reclamar un derecho nos causa alegría, reconocer las obligaciones es como una carga. Pero es que no podemos andar por la vida con el complejo de “Peter Pan”, negándonos a crecer. Cada uno  asume un deber cuando recibe el primero sacramento de la Iniciaciòn cristiana, o participa de èste como padre o padrino, que es “conocer la fe”. El papa Francisco decìa que no basta ser bautizado o decir “soy catòlico” para serlo. El bautismo nos inserta en la Familia de Dios (Iglesia), pero sin la participación viva, activa y fructífera de los demás sacramentos, quedamos a medias en la vida cristiana.


La Iglesia nos exhorta a este deber y, a los pastores, a su participación en nuestra formaciòn, pero de manera integral no como un relleno pastoral. Parte de la caridad es la disciplina misma, pero enmarcada en la dignidad de la persona humana. No es imponer por imponer. Si los pastores carecen del tiempo o de las habilidades necesarias, pueden recurrir a donde se les asista para satisfacer esta necesidad en sus feligreses. Nadie que vive coherentemente su fe espera que un sacerdote sea “todólogo”.

Los laicos tenemos el deber de formarnos, y es un deber conmigo mismo y con los demás, asì damos cumplimento al 11º Mandamiento, en donde se resumen “la ley y lo anunciado por los profetas”. Por lo tanto, la ignorancia no es una opción, como tampoco lo es salir de tu casa sin bañarte o peinarte, ni la debida presentación. Quien pudiendo y teniendo los medios propicios para recibir esta formaciòn, de manera integral y de manos del Magisterio, y no lo hace, comete lo que se llama en teologìa moral: “pecado por ignorancia culposa”. Dicho de otra manera, pudiendo y no queriendo, no serèmos menos libres de culpa por excusarnos con la “ignorancia”. Sino mira el ejemplo de Adàn y Eva. Dios pide a sus hijos sean responsables de sus actos y la responsabilidad parte de asumir consecuencias.

Veamos los deberes y derechos que contrae la formaciòn en la Sana Doctrina:
-        Estudio asiduo (De la Tradición y Doctrina de la Iglesia)
-        Oraciòn diaria litùrgica y personal (Dialogo con Dios)
-        Gusto por lo sagrado (Sabiduría)
-        Obediencia a las enseñanzas del Magisterio (Celo Apostòlico)
-        Defensa de la fe (Apologética)
-        Predicaciòn itinerante (Persona a persona)
- Temor de Dios (Confesión y Comunión)
-  Estar siempre alegres (Sentirnos y sabernos amados por Dios, redimido por Cristo, en unión con el Espíritu Santo)


En resumen, vida y testimonio congruentes con la fe que profesamos. 
Josè Miranda, laico dominico


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