¿A quièn sirve que los laicos conozcan la doctrina catòlica?
En vista de lo
anterior, la pregunta resulta casi como un insulto a la inteligencia, ¡nos
sirve a todos por igual!. En el trabajo, estudio, relaciones, familia y a la
persona misma, he aquí resumida la “Pastoral litùrgica”, quien conoce y
comprende, sabe que donde se halla un bautizado catòlico, ahí està la Iglesia.
La pregunta debería ir
mejor en otro sentido, ¿A quièn no le sirve que los laicos nos formemos? Al
mundo, al demonio, a la sociedad inmoral, y a ciertos clérigos acostumbrados a
tener “mano de obra barata” en sus feligreses. Sentir superioridad, presunción
y vanidad por el mucho saber es de las más fuertes tentaciones que sufre un
estudiado. De ahí que sin oraciòn asidua y penitencia evangélica, se vuelven en
pollos de engorde y no en dignos formadores de la sana doctrina. Bien decìa un
amigo, “sea que por cabezones de tanto saber, no quepamos por la puerta al
Cielo”.
Los dominicos
contemplamos tres facetas para la formaciòn:
-
Estudio de la Tradiciòn y de los documentos de la Orden.
-
Oraciòn contemplativa
-
Praxis pastoral
Sobre lo último, los
documentos de la Iglesia como El Decreto Apostolicam Actuositatem (sobre el
apostolado de los seglares) nos habla de las diversas áreas en que podemos y
debemos estar atentos con nuestro hacer:
-
Asociaciones de la Iglesia
-
Familia
-
Orden social
-
Consagrados
Diversas asociaciones laicas
Podría decir que hay
dos tipos de asociaciones:
-
Seculares
-
Religiosas
Las primeras son
ideadas por los mismos laicos y permitidas por la Iglesia reconociendo la
dignidad humana de éstos y la vocación recibida desde el bautismo. Pero no
todos caminan coherentemente, volviéndose asì necesario el acompañamiento del
clero, pero, si el clérigo tambièn se halla medio desubicado de su vocación o
no es aceptado por estas asociaciones pues se sienten “invadidas”, tenemos un
desastre. Lo cual da por resultado gente ignorante, a veces disparatada o
pseudo protestante, e incongruente con su fe. Aquellas que logran mantenerse
orientadas en su ser y hacer catòlico, son las que han permitido una sana
intervención de parte del Magisterio o de otros laicos debidamente formados y
coherentes con su fe.
El segundo caso habla
de Instituciones aprobadas por la Iglesia, en donde los laicos son debidamente
formados y reciben la orientación necesaria para que encuentren y realicen su
camino en la vida. No volviéndose mano de obra sino en personas fieles y
celosas de la Verdad, dignas y congruentes. Ahí se les reconoce su dignidad,
sus esfuerzos, su vida y se respeta que donde están y en lo que hacen, son la
Iglesia. Al final la labor del clero en estos institutos no es impositivo sino
regulador. Y acompañante, en vista que todos necesitamos de todos.
En mi experiencia
pastoral he corroborado que la visión particular de un sacerdote que se desfasa
de las enseñanzas del Magisterio puede causar un grave mal a la feligresía que
atiende.
Familia
La familia es el eje de
la sociedad, pero tambièn es el núcleo de donde brota la persona humana, es al
mismo tiempo comunidad de personas. En una palabra, misterio. En antaño, cuando se celebraba la Fracciòn del pan, se le
llamaba “Domus Ecclesia” (Iglesia domèstica). La familia no se da por
casualidad ni responde a necesidades irreales. Tampoco se le puede exigir lo
que no està preparada a dar, sus miembro son ejes vivos de la estructura
social. De ahí que la familia es donde crecemos, nos formamos y somos amados.
De tal suerte que requiere de atención y esmero por parte de la sociedad en
general. Los individuos que la integran son formados en, y formadores de,
valores humanos. Es labor de los laicos cuidar este tesoro, atender sus
necesidades y trasladar cuànto puedan de sus fuerzas y dedicación a la familia.
Porque no es un simple oasis donde recargar fuerzas o refrescarnos para
continuar el viaje, no es una parada obligatoria o con un necesario fin de
lucro. La visión tiene que ir más allà, debe verse como La Iglesia que cada uno
tiene a su cuidado. No se puede lograr todo esto sin antes despertar la
conciencias.
Orden social
En cuànto al orden social,
el laico ordena lo temporal: trabajo, estudio, relaciones personales. Todo es
parte de dicho orden. La familia està enmarcada dentro de todo esto, pero se
toca como punto y a parte por su especial vínculo con la persona, mas sin
embargo, repercute sobre la sociedad. Cuando hablamos de “orden social”, nos
referimos a todo lo que rodea a la persona en su diario acontecer. Yendo por
encima de la básica educación y del ejercicio diario de las obligaciones. Cada
vez que hacemos lo cotidiano con calidad humana estamos amado cristianamente a
los demás, sin importar credo o “estatus”. La exclusión, por cualquier causa
probable, del simple trato digno y humano es una actitud impropia del laico
catòlico cristiano. Se concluye que dicho orden social es la cancha donde
realizaremos nuestras vocación y reflejaremos lo que hemos o no aprendido en la
familia. Esto nos sirva para reflexionar.
Los Consagrados
Una frase que oí hace
pocos dìas, dice: “es un pueblo sin temor de Dios”. Lo dijo alguien conocedor
del entramado de formaciòn a futuros frailes. La obra del consagrado no es la
vanidad o supuesta búsqueda del prestigio. Tendría que ser un verdadero enfermo
mental quien piensa que buscar el prestigio le va a servir de algo. Obviando que es a Dios a
quien dará cuentas de su mala ejecución vocacional, todo aquel que asume con
libertad el ser consagrado a Dios, compartir lo sagrado en grado de intimidad, o
todo aquel que presume de alguna “X” promesa (temporal o perpetua) y sin la
debida conciencia o evaluación de su ejercicio a cada cierto tiempo, más le
conviene dimitir. En cambio, un laico que se somete en su amor libre y
voluntaria a dicha vida o normas, acoge para sì la vida de ser un templo de
oraciòn perpetua a Dios. Lo he dicho en otras ocasiones, no se puede amar sin
conocer primero.
Josè Miranda, laico dominico
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