miércoles, 7 de enero de 2015

Comentario del Evangelio de hoy. Mt. 4, 12-17. 23-25


“País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles, El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra de sombras de muerte, una luz les brilló.” (Mt. 4, 12-17. 23-25) 

Yo soy la luz del mundo, nos dice Jesùs. Una lámpara no se pone al nivel donde no se necesita, sino en un punto desde el cual alumbre a toda la casa y haga retroceder a la oscuridad. El demonio Satanàs se vale de la ignorancia para seducir al hombre y atraerlo hacia el mal, alejándolo del Sumo y Verdadero Bien.
A quien se deja iluminar por la gracia de Dios, en los Sacramentos y la Sana Doctrina, le guía la Verdad y, la Verdad, nos hace libres. 

No sirvamos al Maligno, bajo falsas pretensiones de libertad, como “este cuerpo es mío”, “mi vida es solo mía”, y demás locuras. Dejémonos irradiar por la luz de Cristo que hemos recibido desde nuestro Bautismo y que se alimenta de cada Eucaristía. 

Josè Miranda, laico dominico



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